DEUTERONOMIO 26:1-19
DEUTERONOMIO 26:1-19 RV2020
Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor, tu Dios, te da por heredad, y tomes posesión de ella y la habites, entonces tomarás las primicias de todos los frutos que obtengas de la tierra que el Señor, tu Dios, te da, las pondrás en una canasta e irás al lugar que el Señor, tu Dios, escoja para hacer habitar allí su nombre. Te presentarás al sacerdote que haya en aquellos días, y le dirás: «Declaro hoy ante el Señor, tu Dios, que he entrado en la tierra que juró el Señor a nuestros padres que nos daría». El sacerdote tomará la canasta de tu mano y la pondrá delante del altar del Señor, tu Dios. Entonces dirás estas palabras delante del Señor, tu Dios: «Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres. Allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, el Dios de nuestros padres, y el Señor oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con gran espanto, con señales y milagros; nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, Señor, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste». Dejarás las primicias delante del Señor, tu Dios, y adorarás delante del Señor, tu Dios. Luego te alegrarás de todo el bien que el Señor, tu Dios, te haya dado a ti y a tu casa, tanto tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti. El tercer año, el año del diezmo, cuando acabes de separar todo el diezmo de tus frutos, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman en tus aldeas hasta saciarse. Y dirás delante del Señor, tu Dios: «He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos ni me he olvidado de ellos. No he comido de ello en mi luto, ni he gastado de ello en estado de impureza, ni de ello he ofrecido a los muertos. He obedecido a la voz del Señor, mi Dios, y he hecho conforme a todo lo que me has mandado. Mira desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como habías jurado a nuestros padres, tierra que fluye leche y miel». El Señor, tu Dios, te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo tu corazón y con toda tu alma. Has declarado solemnemente hoy que el Señor es tu Dios, que andarás en sus caminos, que guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Y el Señor ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor, fama y gloria, y para que seas un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como él ha dicho.