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HECHOS 9:10-28

HECHOS 9:10-28 RV2020

Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: —Ananías. Él respondió: —Aquí estoy, Señor. El Señor le dijo: —Levántate, ve a la calle llamada Derecha y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, que es natural de Tarso, él está orando y ha tenido una visión en la que un hombre llamado Ananías entra en la casa y le hace recuperar la visión tras imponerle las manos. Ananías respondió: —Señor, he oído a muchas personas hablar acerca de ese hombre y del daño que ha causado a tus fieles en Jerusalén. Además aquí tiene plenos poderes otorgados por los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor replicó: —Ve, porque este es mi instrumento escogido para que anuncie mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo mismo le mostraré lo que habrá de sufrir por causa de mi nombre. Ananías fue y entró en la casa, puso sobre él las manos y dijo: —Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Al instante cayeron de sus ojos como escamas y recobró la vista. Luego se levantó, fue bautizado; y después de comer recobró las fuerzas y durante algunos días se quedó con los discípulos que estaban en Damasco. En seguida empezó a predicar a Cristo en las sinagogas diciendo que era el Hijo de Dios. Todos los que le oían estaban atónitos y se preguntaban: —¿No es este el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre? ¿Y no vino acá para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero Saulo iba cobrando más fuerza, y confundía a los judíos que vivían en Damasco al demostrarles que Jesús era el Cristo. Muchos días después, los judíos resolvieron en consejo matar a Saulo, así que día y noche hacían guardia a la entrada de la ciudad para matarlo. Pero Pablo se enteró de sus planes, y una noche los discípulos lo descolgaron por la muralla, metido dentro de un cesto. Cuando llegó a Jerusalén, Saulo trató de unirse al grupo de los discípulos, pero todos le tenían miedo, pues no creían que fuera uno de ellos. Entonces Bernabé, le tomó consigo y lo presentó a los apóstoles: Les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor y que el Señor le había hablado, y cómo en Damasco había hablado con valentía en el nombre de Jesús. Y estaba con ellos en Jerusalén, entrando y saliendo

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