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HECHOS 10:23-48

HECHOS 10:23-48 RV2020

Pedro los hizo entrar y los hospedó. Al día siguiente se puso en camino con ellos, acompañado por algunos hermanos de Jope. Al otro día llegaron a Cesarea, donde Cornelio estaba ya esperándolos junto con sus familiares y amigos más íntimos. Al entrar Pedro, salió Cornelio a recibirle, cayó a sus pies y se postró ante él. Mas Pedro le levantó diciendo: —Ponte en pie, pues yo soy un hombre lo mismo que tú. Entró conversando con él y halló a muchas personas reunidas. Pedro les dijo: —Como sabéis, a un hombre judío le está prohibido juntarse o acercarse a un extranjero, pero Dios me ha hecho comprender que a nadie debo considerar profano o impuro. Por eso, cuando me llamaron vine sin dudarlo. Así que os pregunto: ¿Por qué razón me habéis hecho venir? Cornelio respondió: —Hace cuatro días yo estaba en ayuno, y como a esta hora, es decir, a las tres de la tarde, yo estaba orando en mi casa. De pronto, se presentó ante mí un hombre vestido con ropas resplandecientes y me dijo: «Cornelio, tus oraciones y limosnas han llegado a Dios y las tiene presentes. Envía algunas personas a Jope para que hagan venir a Simón, a quien se conoce también como Pedro. Se hospeda en la casa de un tal Simón, un curtidor que tiene su casa junto al mar. Cuando llegue, él te hablará». Así que enseguida envié a buscarte y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios dispuestos a escuchar todo lo que Dios te ha mandado decirnos. Pedro, tomando la palabra, dijo: —Ahora comprendo verdaderamente que Dios no hace acepción de personas. Él se agrada de todo aquel que le teme y hace justicia, sea de la nación que sea. Dios envió a los hijos de Israel el anuncio del evangelio de la paz por medio de Jesucristo, que es Señor de todos. Vosotros sabéis todo lo que sucedió por toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús, a quien mataron colgándole en un madero, hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén. Dios lo resucitó al tercer día y permitió que muchos lo vieran, pero no lo vio todo el pueblo, sino nosotros los que fuimos escogidos de antemano por Dios como testigos, y tuvimos ocasión de comer y beber con Jesús después que resucitó de entre los muertos. Jesús nos mandó que predicáramos al pueblo y testificáramos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. Acerca de él dicen todos los profetas que todos los que en él crean recibirán perdón de pecados por su nombre. Todavía estaba Pedro hablando, cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el mensaje. Los creyentes provenientes del judaísmo que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramara el don del Espíritu Santo, pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro preguntó: —¿Puede negársele el agua del bautismo a estas personas que han recibido, como nosotros, el Espíritu Santo? Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días más.

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