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2 SAMUEL 12:1-25

2 SAMUEL 12:1-25 RV2020

El Señor envió a Natán ante David, quien al llegar le dijo: —Había dos hombres en una ciudad, uno rico y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas, pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, y que comía de su bocado, bebía de su vaso y dormía en su regazo, igual que una hija. Un día llegó un viajero a visitar al hombre rico, y este no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas para dar de comer al caminante que había venido a visitarlo, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para quien había llegado de visita. Se encendió el furor de David violentamente contra aquel hombre, y dijo a Natán: —¡Vive el Señor, que es digno de muerte el que tal hizo! Debe pagar cuatro veces el valor de la cordera, por haber hecho semejante cosa y no mostrar misericordia. Entonces dijo Natán a David: —Tú eres ese hombre. Así ha dicho el Señor, Dios de Israel: «Yo te ungí como rey de Israel y te libré de manos de Saúl, te entregué la casa de tu señor y puse en tus brazos a sus mujeres; además te di la casa de Israel y de Judá; y como si esto fuera poco, te habría añadido mucho más. ¿Por qué, pues, has tenido en poco la palabra del Señor, y has hecho lo malo delante de sus ojos? A Urías, el heteo, lo mataste a espada y tomaste a su esposa como mujer. Sí, a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste y tomaste la mujer de Urías, el heteo, para que fuera tu mujer». Así ha dicho el Señor: «Yo haré que de tu misma casa se alce el mal contra ti. Tomaré a tus mujeres delante de tus ojos y las entregaré a tu prójimo, el cual se acostará con ellas a la luz del sol. Tú lo hiciste en secreto, pero yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol». Entonces dijo David a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán dijo a David: —También el Señor ha perdonado tu pecado; no morirás. Pero, por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos del Señor, el hijo que te ha nacido, ciertamente morirá. Y Natán se fue a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente. Entonces David rogó a Dios por el niño; ayunó David, se retiró y se pasó la noche acostado en tierra. Los ancianos de su casa fueron a rogarle que se levantara del suelo, pero él no quiso, ni comió nada con ellos. Al séptimo día murió el niño. Los siervos de David temían hacerle saber que el niño había muerto, por lo que comentaban entre sí: —Cuando el niño aún vivía, le hablábamos y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto? Pero David, al ver a sus siervos hablar entre sí, comprendió que el niño había muerto; por lo que preguntó David a sus siervos: —¿Ha muerto el niño? —Ha muerto —respondieron ellos. David se levantó entonces de la tierra, se lavó y se ungió; cambió sus ropas, entró a la casa del Señor y adoró. Después vino a su casa y pidió que le pusieran pan, y comió. Sus siervos le dijeron: —¿Qué es lo que haces? Cuando el niño aún vivía ayunabas y llorabas; ahora que ha muerto, te levantas y comes pan. David respondió: —Mientras el niño aún vivía, yo ayunaba y lloraba, pues me decía para mí: «¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí y vivirá el niño?». Pero ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy hacia él, pero él no volverá a mí. David fue a consolar a Betsabé, su mujer, y se acostó con ella. Y Betsabé le dio a luz un hijo, al que David llamó Salomón. El Señor lo amó, y por eso envió un mensaje al profeta Natán, para decirle que lo llamara Jedidías, porque así lo quiso Señor.