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2 REYES 9:1-37

2 REYES 9:1-37 RV2020

Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas y le dijo: —Ciñe tu cintura, toma esta redoma de aceite en tus manos y ve a Ramot de Galaad. Cuando llegues allá, verás a Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi. Entra, haz que se levante de entre sus hermanos y llévalo a otra habitación. Toma luego la redoma de aceite, derrámala sobre su cabeza y di: «Así dice el Señor: Yo te he ungido como rey de Israel». Entonces abre la puerta y echa a correr sin detenerte. Partió, pues, el joven profeta hacia Ramot de Galaad. Cuando llegó encontró a los capitanes del ejército reunidos. Entonces dijo: —Capitán, traigo un mensaje para ti. —¿Para quién de nosotros? —preguntó Jehú. —Para ti, capitán —respondió el profeta. Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el otro derramó el aceite sobre su cabeza y le dijo: —Así ha dicho el Señor, Dios de Israel: Yo te he ungido como rey del pueblo del Señor, de Israel. Herirás a la casa de Acab, tu señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas y la sangre de todos los siervos del Señor, derramada por la mano de Jezabel. Toda la casa de Acab perecerá y exterminaré a todo hombre de Acab en Israel, tanto al siervo como al libre. Trataré a la casa de Acab como a la casa de Jeroboam hijo de Nabat y como a la casa de Baasa hijo de Ahías. A Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel y no habrá quien la sepulte. En seguida abrió la puerta y echó a correr. Cuando Jehú volvió a reunirse con los siervos de su señor, estos le dijeron: —¿Todo va bien? ¿Para qué vino a verte ese loco? —Vosotros conocéis a ese hombre y lo que ha dicho —respondió él. —Mentira; cuéntanoslo ahora —dijeron ellos. Jehú respondió: —Esto y esto me ha hablado: «Así ha dicho el Señor: Yo te he ungido como rey de Israel». Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto y lo puso debajo de Jehú en un trono alto. Luego tocaron la bocina y gritaron: —Jehú es el rey. Así conspiró Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi, contra Joram. (Estaba entonces Joram defendiendo a Ramot de Galaad con todo Israel, a causa de Hazael, rey de Siria. Pero el rey Joram había vuelto a Jezreel para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho cuando peleaba contra Hazael, rey de Siria.) Y Jehú dijo: —Si esta es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad para ir a dar la noticia en Jezreel. Jehú cabalgó entonces y se fue a Jezreel, porque Joram estaba allí enfermo. También estaba allí Ocozías, rey de Judá, que había descendido a visitar a Joram. El centinela que estaba en la torre de Jezreel vio la tropa de Jehú que venía, y dijo: —Veo una tropa. Joram dijo: —Ordena a un jinete que vaya a reconocerlos y les pregunte: «¿Venís en son de paz?». Fue, pues, el jinete a reconocerlos y les preguntó: —El rey dice: «¿Venís en son de paz?». Jehú le dijo: —¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte detrás de mí. Luego, el centinela avisó: —El mensajero llegó hasta ellos, pero no vuelve. Entonces el rey envió otro jinete, que al llegar adonde estaban ellos, dijo: —El rey dice así: «¿Venís en son de paz?». Y Jehú respondió: —¿Qué tienes tú que ver con la paz? Ponte detrás de mí. El centinela volvió a decir: —También este llegó hasta ellos, pero no vuelve, y el marchar del que viene es como el marchar de Jehú hijo de Nimsi, pues viene impetuosamente. Entonces dijo Joram: —Unce el carro. Cuando estaba uncido su carro, salieron Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, y partieron al encuentro de Jehú, al cual hallaron en la heredad de Nabot, el de Jezreel. Cuando vio Joram a Jehú, dijo: —¿Vienes en son paz, Jehú? Él respondió: —¿Qué paz puede haber con las fornicaciones de Jezabel, tu madre, y sus muchas hechicerías? Entonces Joram volvió las riendas y huyó, mientras le gritaba a Ocozías: —¡Traición, Ocozías! Pero Jehú tensó su arco e hirió a Joram por la espalda; la flecha le atravesó el corazón y él cayó en su carro. Dijo luego Jehú a Bidcar, su capitán: —Levántalo y échalo a un extremo de la heredad de Nabot, el de Jezreel. Acuérdate de que cuando tú y yo íbamos juntos con la gente de Acab, su padre, el Señor pronunció esta sentencia sobre él: «Yo he visto ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos, dijo el Señor, y en esta misma heredad te daré tu paga, dijo el Señor». Levántalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la palabra del Señor. Al ver esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de la casa del huerto. Pero Jehú lo persiguió y ordenó: —Herid también a este que va en el carro. Lo hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Pero Ocozías huyó a Meguido, y allí murió. Sus siervos lo llevaron en un carro a Jerusalén y allá lo sepultaron con sus padres, en su sepulcro de la ciudad de David. En el undécimo año de Joram hijo de Acab comenzó a reinar Ocozías sobre Judá. Después fue Jehú a Jezreel. Al enterarse Jezabel, se pintó los ojos con antimonio, atavió su cabeza y se asomó a una ventana. Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: —¿Todo le va bien a Zimri, asesino de su señor? Alzó él entonces su rostro hacia la ventana y dijo: —¿Quién está conmigo? ¿Quién? Se inclinaron hacia él dos o tres eunucos. Y Jehú les ordenó: —Echadla abajo. Ellos la echaron, y parte de su sangre salpicó la pared y los caballos. Y él la atropelló. Entró luego Jehú, y después de haber comido y bebido, dijo: —Id ahora a ver a aquella maldita y sepultadla, pues es hija de rey. Pero cuando fueron a sepultarla no hallaron de ella más que la calavera, los pies y las palmas de las manos. Entonces regresaron a comunicárselo. Y él dijo: —Esta es la palabra que Dios pronunció por medio de su siervo Elías, el tisbita: «En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel. El cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel».

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