2 REYES 12:1-16
2 REYES 12:1-16 RV2020
En el séptimo año de Jehú comenzó a reinar Joás y reinó cuarenta años en Jerusalén. El nombre de su madre era Sibia, de Beerseba. Joás hizo lo recto ante los ojos del Señor todo el tiempo que lo dirigió el sacerdote Joiada. Sin embargo, los lugares altos no se quitaron, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en ellos. Joás dijo a los sacerdotes: —Todo el dinero consagrado que se acostumbra traer a la casa del Señor, el dinero del rescate de cada persona, según está estipulado, y todo el dinero que cada uno de su propia voluntad trae a la casa del Señor, que lo reciban los sacerdotes, cada uno de manos de sus familiares, y con él reparen los portillos del templo dondequiera que se hallen grietas. Pero en el año veintitrés del rey Joás aún no habían reparado los sacerdotes las grietas del templo. Llamó entonces el rey Joás al sumo sacerdote Joiada y a los demás sacerdotes y les dijo: —¿Por qué no reparáis las grietas del templo? De ahora en adelante, pues, no toméis más el dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las grietas del templo. Los sacerdotes consintieron en no tomar más dinero del pueblo, ni tener a su cargo reparar las grietas del templo. Pero el sumo sacerdote Joiada tomó un cofre e hizo en la tapa un agujero, lo puso junto al altar, a la mano derecha conforme se entra en el templo del Señor, y los sacerdotes que guardaban la puerta ponían allí todo el dinero que se traía a la casa del Señor. Cuando veían que había mucho dinero en el cofre, venía el secretario del rey y el sumo sacerdote, contaban el dinero que hallaban en el templo del Señor y lo guardaban. Entregaban el dinero en cantidad suficiente a los que hacían la obra y a los que tenían a su cargo la casa del Señor. Ellos lo gastaban en pagar a los carpinteros y maestros que reparaban la casa del Señor, y a los albañiles y canteros, y en comprar la madera y la piedra de cantería para reparar las grietas de la casa del Señor, y en todo lo que se gastaba en la Casa para repararla. Pero de aquel dinero que se traía a la casa del Señor, no se hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas, ni ningún otro utensilio de oro ni de plata para el templo del Señor, pues lo daban a los que hacían la obra, y con él reparaban la casa del Señor. No se le pedía cuentas a los hombres en cuyas manos el dinero era entregado, para que ellos lo dieran a los que hacían la obra, porque ellos lo ejecutaban fielmente. El dinero por el pecado y el dinero por la culpa no se llevaba a la casa del Señor, porque era de los sacerdotes.