1 REYES 3:1-9
1 REYES 3:1-9 RV2020
Salomón entabló parentesco con Faraón, rey de Egipto, pues tomó a la hija de Faraón y la trajo a la ciudad de David, mientras acababa de edificar su casa, la casa del Señor y los muros en torno a Jerusalén. Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos, porque en aquellos tiempos no había aún casa edificada al nombre del Señor. Pero Salomón amó al Señor, y anduvo en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos. Iba el rey a Gabaón, porque aquel era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar. Una noche, en Gabaón, el Señor se le apareció en sueños a Salomón y le dijo: —Pide lo que quieras que yo te dé. Salomón le respondió: —Tú has tenido gran misericordia con tu siervo David, mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia y rectitud de corazón para contigo. Tú le has reservado esta tu gran misericordia, al darle un hijo que se sentara en su trono, como sucede en este día. Ahora pues, Señor, Dios mío, tú me has hecho rey a mí, tu siervo, en lugar de David, mi padre. Reconozco que soy muy joven, y que muchas veces no sé qué hacer. Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar por su multitud incalculable. Concede, pues, a tu siervo un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo y discernir entre lo bueno y lo malo, pues ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan grande?