1 REYES 12:1-15
1 REYES 12:1-15 RV2020
Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había ido allí para hacerlo rey. Aconteció que lo supo Jeroboam hijo de Nabat, que aún estaba en Egipto, adonde había huido del rey Salomón, y donde vivía. Enviaron a llamarlo, y él se presentó con toda la congregación de Israel, y le dijeron a Roboam: —Tu padre nos impuso un yugo pesado. Si tú aligeras ahora la dura servidumbre y el yugo que tu padre nos impuso, nosotros te serviremos. Él les respondió: —Marchaos, y de aquí a tres días volved a mí. Y el pueblo se fue. Entonces el rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían servido a su padre Salomón cuando vivía, y dijo: —¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo? Ellos le hablaron así: —Si te pones hoy al servicio de este pueblo, lo sirves y le respondes con buenas palabras, ellos te servirán para siempre. Pero él desechó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo a los jóvenes que se habían criado con él y estaban a su servicio. Y les preguntó: —¿Cómo aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo que me ha dicho: «Alivia en algo el yugo que tu padre nos impuso»? Entonces los jóvenes que se habían criado con él le respondieron: —Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: «Tu padre agravó nuestro yugo, pero tú alívialo en algo»; esto les responderás: «El menor de mis dedos es más grueso que la cintura de mi padre. Ahora, pues, mi padre os cargó con un pesado yugo, pero yo lo haré más pesado aún; mi padre os castigó con azotes, pero yo os castigaré con escorpiones». Al tercer día, se presentó Jeroboam con todo el pueblo ante Roboam, según el rey lo había mandado, cuando dijo: —Regresad a verme al tercer día. Y el rey respondió al pueblo duramente, pues desechó el consejo que los ancianos le habían dado, y habló conforme al consejo de los jóvenes. Así les dijo: —Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo lo haré más pesado aún; mi padre os castigó con azotes, pero yo os castigaré con escorpiones. De modo que no oyó el rey al pueblo, pues era un designio del Señor para confirmar la palabra que había dado a Jeroboam hijo de Nabat por medio de Ahías, el silonita.