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MARCOS 11

11
Jesús en Jerusalén (11–13)
La entrada en Jerusalén
(Mt 21,1-11; Lc 19,28-40; Jn 12,12-19)
1Cerca ya de Jerusalén, al llegar a Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos#13,3; Za 14,4; Lc 21,37; Jn 8,1; Hch 1,12. 2con este encargo:
—Vayan a la aldea que tienen ahí enfrente, y nada más entrar encontrarán un pollino atado, sobre el cual nunca ha montado nadie. Desátenlo y tráiganmelo.#Za 9,9; 11,9. 3Y si alguien les pregunta por qué hacen eso, contéstenle que el Señor lo necesita y que enseguida lo devolverá.
4Los discípulos fueron y encontraron un pollino atado junto a una puerta, en la calle; y lo desataron. 5Algunos de los que estaban allí les dijeron:
—¿Por qué desatan al pollino?
6Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho, y les dejaron que se lo llevaran. 7Trajeron el pollino adonde estaba Jesús, colocaron encima sus mantos y Jesús montó sobre él. 8Muchos alfombraban con sus mantos el camino, mientras otros llevaban ramas cortadas en el campo. 9Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:
¡Viva ! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!#Sal 118,25-26 (ver Mt 21,15; 23,39). 10¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Gloria al Dios Altísimo!#Lc 1,32-33; Hch 2,29.
11Cuando Jesús entró en Jerusalén, se dirigió al Templo. Después de echar una ojeada por todas partes, como ya estaba anocheciendo, se fue a Betania acompañado de los Doce.
La higuera sin fruto
(Mt 21,18-19)
12Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. 13Al ver de lejos una higuera muy frondosa, se acercó a ella a ver si tenía fruto; pero encontró únicamente hojas, porque aún no era el tiempo de los higos.#Lc 13,6. 14Entonces Jesús exclamó de forma que sus discípulos lo oyeran:
—¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!#11,20.
Los comerciantes expulsados del Templo
(Mt 21,12-17; Lc 19,45-48; Jn 2,13-22)
15Llegaron a Jerusalén y, entrando en el Templo, Jesús se puso a expulsar a los que allí estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los cambistas de moneda y los puestos de los vendedores de palomas, 16y no permitía que nadie anduviera por el Templo llevando objetos de un lado a otro. 17Y los instruía increpándolos:
—¿Acaso no dicen las Escrituras que mi casa ha de ser casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.#Is 56,7; Jr 7,11.
18Oyeron estas palabras los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, y comenzaron a buscar la manera de matar a Jesús. Pero le tenían miedo, porque toda la gente estaba pendiente de su enseñanza.#14,1; Mt 12,14; Lc 20,19; 22,2. 19Al llegar la noche, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.
La higuera maldecida aparece sin fruto
(Mt 21,20-22)
20Cuando a la mañana siguiente pasaron junto a la higuera, vieron que se había secado hasta la raíz. 21Entonces Pedro, recordando lo sucedido, dijo a Jesús:
—Maestro, mira: la higuera que maldijiste se ha secado.
22Jesús le contestó:
—Tengan fe en Dios. 23Les aseguro que si alguien dice a ese monte que se quite de ahí y se arroje al mar, y lo dice sin vacilar, creyendo de todo corazón que va a realizarse lo que pide, lo obtendrá.#Mt 17,20. 24Por eso les digo que obtendrán todo lo que pidan en oración, si tienen fe en que van a recibirlo.#Mt 18,19. 25Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenselo, para que también el Padre que está en los cielos les perdone el mal que ustedes hacen.#Mt 6,12.14-15; 18,35; Ef 4,32; Col 3,13. [ 26Pero, si ustedes no perdonan, tampoco el Padre les perdonará el mal que ustedes hacen].#11,26: Bastantes mss., varios de reconocido valor, omiten el versículo colocado entre corchetes.
Cuestionan la autoridad de Jesús
(Mt 21,23-27; Lc 20,1-8)
27Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, mientras Jesús estaba paseando por el Templo se le acercaron los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos,#Mt 16,21 y par. 28y le preguntaron:
—¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado a hacer lo que estás haciendo?
29Jesús les contestó:
—Yo también voy a preguntarles una cosa. Respóndanme y les diré con qué derecho hago todo esto. 30¿De quién recibió Juan el encargo de bautizar: de Dios o de los hombres? ¡Respóndanme!
31Ellos se pusieron a razonar entre sí: «Si contestamos que lo recibió de Dios, él dirá: “¿Por qué, pues, no le creyeron?”. 32Pero ¿cómo vamos a decir que lo recibió de los hombres?». Y es que temían la reacción del pueblo, porque todos tenían a Juan por profeta. 33Así que respondieron:
—No lo sabemos.
Entonces Jesús les replicó:
—Pues tampoco yo les diré con qué derecho hago todo esto.

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