SALMOS 32:1-11
SALMOS 32:1-11 BLP
Dichoso aquel a quien se perdona su falta, aquel a quien de su pecado se absuelve. Dichoso aquel a quien el Señor no le imputa culpa alguna, ni en su espíritu alberga engaño. Mientras callaba, envejecían mis huesos de tanto gemir todo el día, pues noche y día me abrumaba tu mano, se extinguía mi vigor entre intensos calores. [Pausa] Pero yo reconocí mi pecado, no te oculté mi culpa; me dije: «Confesaré mi culpa ante el Señor». Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. [Pausa] Por eso todo fiel te implora en los momentos de angustia; y aunque a raudales se desborde el agua, no les podrá dar alcance. Tú eres para mí un refugio, tú me proteges de la angustia y me rodeas de cantos de salvación. [Pausa] Yo te instruiré y te enseñaré el camino que debes seguir, te aconsejaré y pondré mis ojos en ti. No seáis como caballos o mulos que nada entienden: con el freno y las riendas hay que dominar su brío, pues de otro modo no se acercarán a ti. Muchos son los sufrimientos del malvado, pero el amor rodea al que confía en el Señor. Alegraos en el Señor los justos, regocijaos, gritad de gozo los de corazón recto.