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SALMOS 18:20-50

SALMOS 18:20-50 BLP

El Señor me premia por mi buena conducta, me recompensa por la inocencia de mis manos, porque he respetado los caminos del Señor, no he sido infiel a mi Dios; tengo presentes todos tus mandatos, no me alejo de sus normas; he sido recto con él, me he apartado del pecado. El Señor me premia por mi buena conducta, porque soy inocente ante sus ojos. Eres fiel con quien es fiel, honrado con el honrado, sincero con el sincero, sagaz con el retorcido. Porque tú salvas al pueblo humillado y abates las miradas altivas. Tú enciendes mi lámpara, Señor, iluminas, ¡oh Dios!, mi oscuridad. Contigo me lanzo al asalto, con mi Dios franqueo la muralla. El camino de Dios es perfecto, la palabra del Señor exquisita; es un escudo para los que en él confían. Pues, ¿quién es Dios, aparte del Señor? ¿Quién una fortaleza, sino nuestro Dios? Dios es quien me ciñe de fuerza y hace perfecto mi camino. Él me da pies de gacela y me mantiene firme en las alturas; adiestra mis manos para la guerra y mis brazos para tensar arco de bronce. Me ofreces tu escudo protector, tu diestra me sostiene, tu benevolencia me engrandece. Agilizas mis pasos al andar y no se tuercen mis tobillos. Persigo a mis enemigos y los alcanzo, no retrocedo hasta acabar con ellos; los abato y no pueden levantarse, quedan postrados a mis pies. Me has armado de valor para el combate, los agresores me han quedado sometidos. Pones en fuga a mis enemigos y yo aniquilo a mis adversarios. Piden auxilio y no hay quien los salve, claman a Dios y no les responde. Yo los convierto en polvo que se lleva el viento, los aplasto como el barro de las calles. Tú me libras de las disputas del pueblo, me pones al frente de las naciones, me sirven pueblos que no conozco. Apenas me oyen y ya me obedecen, los extranjeros se humillan ante mí, los extranjeros quedan sin fuerza y salen temblando de sus refugios. ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! Sea ensalzado Dios mi salvador, el Dios que me da la revancha y me somete los pueblos, quien me libra de mis enemigos. Tú me encumbras sobre mis adversarios, me proteges del violento. Por eso te ensalzo entre los pueblos y alabo tu nombre, Señor. Él acrecienta las victorias de su rey y se mantiene fiel a su ungido, a David y su descendencia para siempre.

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