FILIPENSES 1:1-20
FILIPENSES 1:1-20 BLP
Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los creyentes cristianos que viven en Filipos, junto con sus dirigentes y colaboradores. Que Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, el Señor, os concedan gracia y paz. Cada vez que os recuerdo, doy gracias a mi Dios, y cuando ruego por vosotros, lo hago siempre lleno de alegría. No en vano habéis colaborado conmigo en la difusión del evangelio desde el primer día hasta hoy. Y estoy seguro de que Dios, que ha comenzado en vosotros una labor tan excelente, la llevará a feliz término en espera del día de Cristo Jesús. ¿Acaso no está justificado esto que siento por vosotros? Os llevo muy dentro del corazón, ya que todos vosotros compartís conmigo este privilegio mío de la prisión y de poder defender y consolidar el evangelio. Mi Dios es testigo de lo entrañablemente que os añoro a todos vosotros en Cristo Jesús. Y esta es mi oración: que vuestro amor crezca más y más y se traduzca en un profundo conocimiento experimental, de manera que podáis discernir lo que es valioso, os conservéis limpios e irreprochables en espera del día del Señor, y seáis colmados de los frutos de salvación que otorga Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. Quiero que sepáis, hermanos, que la causa del evangelio ha sido favorecida con esta situación mía. No solo la guardia imperial en pleno, sino todos los demás han visto claramente que Cristo es la única razón de mi encarcelamiento. Es más, mi prisión ha fortalecido la confianza en el Señor de buen número de hermanos, que ahora se atreven a proclamar la palabra con más valentía y sin temor. Es verdad que mientras unos anuncian a Cristo con rectitud de intención, a otros los mueve la envidia y la rivalidad. Aquellos lo hacen por amor, sabiendo que yo he recibido el encargo de defender el evangelio. Estos otros, en cambio, al anunciar a Cristo se dejan llevar de la ambición y de turbios intereses, pensando que con ello hacen más dura mi prisión. Pero ¡qué importa! Con segundas intenciones o sin ellas, Cristo es anunciado, y eso es lo que me hace y seguirá haciéndome feliz. Sé que, gracias a vuestras oraciones y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, todo contribuirá a mi liberación. Así lo espero ardientemente, con la certeza de que no voy a quedar en modo alguno defraudado y con la absoluta seguridad de que ahora y siempre Cristo manifestará su gloria en mi persona, tanto si estoy vivo como si estoy muerto.