LUCAS 11:14-28
LUCAS 11:14-28 BLP
Un día, estaba Jesús expulsando un demonio que se había apoderado de un hombre dejándolo mudo. En cuanto el demonio salió de él, el mudo recobró el habla y los que lo presenciaron se quedaron asombrados. Pero algunos dijeron: —Belzebú, el propio jefe de los demonios, le da a este el poder para expulsarlos. Otros, para tenderle una trampa, le pedían que hiciera alguna señal milagrosa de parte de Dios. Pero Jesús, que conocía sus intenciones, les dijo: —Si una nación se divide en bandos, se destruye a sí misma y sus casas se derrumban. Por tanto, si Satanás actúa contra sí mismo, ¿cómo podrá mantener su poder? Pues eso es lo que vosotros decís: que yo expulso los demonios por el poder de Belzebú. Pero si Belzebú me da a mí el poder para expulsar demonios, ¿quién se lo da a vuestros propios seguidores? ¡Ellos mismos serán vuestros jueces! Ahora bien, si yo expulso los demonios por el poder de Dios, es que el reino de Dios ya ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su mansión, su propiedad está segura; pero si otro más fuerte que él llega y lo vence, entonces le quita las armas en las que confiaba y reparte como botín todos sus bienes. El que no está a favor mío, está contra mí; el que conmigo no recoge, desparrama. Cuando un espíritu impuro sale de una persona y anda errante por lugares desiertos en busca de descanso y no lo encuentra, se dice a sí mismo: «Regresaré a mi casa, de donde salí». Y si, al llegar, la encuentra barrida y arreglada, va, reúne a otros siete espíritus peores que él y todos juntos se meten a vivir allí, de manera que la situación de esa persona resulta peor al final que al principio. Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer que estaba entre la gente exclamó: —¡Feliz la mujer que te dio a luz y te crio a sus pechos! Jesús le contestó: —Felices, más bien, los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.