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SANTIAGO 4:5-17

SANTIAGO 4:5-17 BLP

Pues no dice en vano la Escritura: «Dios ama celosamente al espíritu que puso en nosotros». Aunque su benevolencia es siempre mayor, y por eso dice también la Escritura: Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes. Someteos, pues, a Dios y resistid al diablo, que no tendrá más remedio que huir. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. ¡Limpiad vuestras manos, pecadores! ¡Purificad vuestros corazones, los que os portáis con doblez! Reconoced vuestra miseria; llorad y lamentaos: que la risa se os convierta en llanto, y en tristeza la alegría. Humillaos ante el Señor y él os ensalzará. Hermanos, no habléis mal unos de otros. Quien critica a su hermano o se erige en su juez, está criticando y juzgando a la ley. Y si juzgas a la ley, no eres su cumplidor, sino su juez. Mas solo hay uno que es al mismo tiempo legislador y juez; solo uno que tiene poder para salvar y condenar. ¿Quién eres tú, entonces, para erigirte en juez del prójimo? En cuanto a vosotros, los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y pasaremos allí el año negociando y enriqueciéndonos», ¿sabéis, acaso, qué os sucederá mañana? Pues vuestra vida es como una nube de vapor, que aparece un instante y al punto se disipa. Haríais mejor en decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». Pero no; alardeáis con fanfarronería, sin pensar que semejante actitud es siempre reprochable. Porque quien sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.