HECHOS 16:16-32
HECHOS 16:16-32 BLP
Un día, cuando nos dirigíamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava poseída por un espíritu de adivinación. Las predicciones que hacía reportaban cuantiosas ganancias a sus amos. La joven comenzó a seguirnos, a Pablo y a nosotros, gritando: —¡Estos hombres sirven al Dios Altísimo y os anuncian el camino de salvación! Hizo esto durante muchos días, hasta que Pablo, ya harto, se enfrentó con el espíritu y le dijo: —¡En nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella! Decir esto y abandonarla el espíritu, fue todo uno. Pero al ver los amos de la joven que sus esperanzas de lucro se habían esfumado, echaron mano a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta la plaza pública, ante las autoridades. Allí, ante los magistrados, presentaron esta acusación: —Estos hombres han traído el desorden a nuestra ciudad. Son judíos y están introduciendo costumbres que, como romanos que somos, no podemos aceptar ni practicar. El populacho se amotinó contra ellos, y los magistrados ordenaron que los desnudaran y los azotaran. Después de azotarlos con ganas, los metieron en la cárcel y encomendaron al carcelero que los mantuviera bajo estricta vigilancia. Ante tal orden, el carcelero los metió en la celda más profunda de la prisión y les sujetó los pies en el cepo. Hacia la media noche, Pablo y Silas estaban orando y cantando alabanzas a Dios, mientras los otros presos escuchaban. Repentinamente, un violento temblor de tierra sacudió los cimientos de la prisión. Se abrieron de golpe todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos los presos. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la prisión abiertas de par en par, desenvainó su espada con intención de suicidarse, pues daba por supuesto que los presos se habían fugado. Pablo, entonces, le dijo a voz en grito: —¡No te hagas ningún daño, que estamos todos aquí! El carcelero pidió una luz, corrió hacia el interior y, temblando de miedo, se echó a los pies de Pablo y Silas. Los llevó luego al exterior y les preguntó: —Señores, ¿qué debo hacer para salvarme? Le respondieron: —Cree en Jesús, el Señor, y tú y tu familia alcanzaréis la salvación. Luego les explicaron a él y a todos sus familiares el mensaje del Señor.