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1 TIMOTEO 5:3-16

1 TIMOTEO 5:3-16 BLP

Toma en consideración a las viudas, siempre que lo sean de verdad. Pero si una viuda tiene hijos o nietos, a ellos toca, antes que a nadie, cuidar con dedicación de su propia familia, correspondiendo así a lo que recibieron de sus progenitores; esto es, en efecto, lo que agrada a Dios. En cuanto a la auténtica viuda —la que está sola en el mundo—, ha puesto su esperanza en Dios y vive día y noche ocupada en oraciones y plegarias. En cambio, la de conducta licenciosa, aunque parezca viva, está muerta. Incúlcales esto para que sean irreprochables. Pues quien no mira por los suyos, especialmente por los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que los infieles. Para que una viuda sea puesta en la lista de la agrupación que las acoge debe tener al menos sesenta años, haber sido esposa de un solo hombre y gozar de buena fama por haber educado bien a sus hijos, por haber practicado la hospitalidad, por haber atendido solícitamente a los creyentes y por haber socorrido a los atribulados; en una palabra, por haber practicado toda clase de bien. Pero no admitas a viudas jóvenes, pues el ansia de placer las aparta de Cristo y las impulsa a contraer nuevo matrimonio, con lo que se hacen culpables al romper su primer compromiso. Además, aprenden a vivir ociosamente y no hacen más que andar de casa en casa; desocupadas como están, viven del comadreo, se entrometen en todo y hablan de lo que no deben. Así que prefiero que las viudas jóvenes se casen otra vez, tengan hijos, cuiden de su casa y no den pie a las críticas de nuestros enemigos. Porque algunas ya se han pervertido siguiendo las huellas de Satanás. Si una creyente tiene viudas en su familia, que las cuide ella y evite así que se conviertan en carga para la comunidad; de esta manera la comunidad podrá atender a las que son verdaderamente viudas.