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1 REYES 19:5-21

1 REYES 19:5-21 BLP

Se echó bajo la retama y se quedó dormido. Pero un ángel lo tocó y le dijo: —Levántate y come. Elías miró y a su cabecera vio una torta de pan cocido sobre piedras calientes junto a una jarra de agua. Comió, bebió y volvió a acostarse. Pero el ángel del Señor lo tocó de nuevo y le dijo: —Levántate y come, porque el camino se te hará muy largo. Elías se levantó, comió y bebió; y con la fuerza de aquella comida caminó durante cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios. Una vez allí, se metió en una cueva para pasar la noche. El Señor le dirigió la palabra, preguntándole: —¿Qué haces aquí, Elías? Él contestó: —Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los israelitas han roto tu alianza, han derribado tus altares y han asesinado a filo de espada a tus profetas. Solo he quedado yo y me andan buscando para matarme. El Señor le dijo: —Sal y quédate de pie sobre el monte ante el Señor, que el Señor va a pasar. Vino un viento huracanado y violento que sacudía los montes y quebraba las peñas delante del Señor, pero el Señor no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto hubo un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Tras el fuego se oyó un ligero susurro, y al escucharlo, Elías se tapó el rostro con su manto, salió de la cueva y se quedó de pie a la entrada. Entonces oyó una voz que le preguntaba: —¿Qué haces aquí, Elías? Él contestó: —Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los israelitas han roto tu alianza, han derribado tus altares y han asesinado a filo de espada a tus profetas. Solo he quedado yo y me andan buscando para matarme. El Señor le dijo: —Anda, vuelve por el camino por el que has venido hacia el desierto en dirección a Damasco. Cuando llegues, unge a Jazael como rey de Siria; unge a Jehú, hijo de Nimsí, como rey de Israel; y unge a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, como profeta sucesor tuyo. A quien escape de la espada de Jazael, lo matará Jehú; y a quien escape de la espada de Jehú, lo matará Eliseo. Solo dejaré en Israel un resto de siete mil: aquellos que no doblaron la rodilla ante Baal, ni lo besaron con sus labios. Elías se marchó de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando con doce yuntas de bueyes e iba detrás de la última. Elías pasó junto a él y lo cubrió con su manto. Eliseo dejó los bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: —Déjame despedirme de mis padres. Luego te sigo. Elías le respondió: —Vete y vuelve. Yo no te lo impido. Eliseo se volvió, agarró la yunta de bueyes y los sacrificó. Luego asó la carne con los aperos de los bueyes e invitó a comer a la gente. Después emprendió la marcha tras Elías y se puso a su servicio.