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Salmo 119:73-112

Salmo 119:73-112 NVI

Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos. Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra. SEÑOR, yo sé que tus juicios son justos, y que con justa razón me afliges. Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo. Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo. Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan; yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos. Que se reconcilien conmigo los que te temen, los que conocen tus estatutos. Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos, para que yo no sea avergonzado. Esperando tu salvación se me va la vida. En tu palabra he puesto mi esperanza. Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?» Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus decretos. ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores? Me han cavado trampas los insolentes, los que no viven conforme a tu ley. Todos tus mandamientos son fidedignos; ¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores. Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus preceptos. Por tu gran amor, dame vida y cumpliré tus estatutos. Tu palabra, SEÑOR, es eterna, y está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece para siempre; estableciste la tierra, y quedó firme. Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos, porque todo está a tu servicio. Si tu ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo. Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida. ¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos! Los impíos me acechan para destruirme, pero yo me esfuerzo por entender tus estatutos. He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡solo tus mandamientos son infinitos! ¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos. Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos. Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra. No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca! De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira. Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. Hice un juramento, y lo he confirmado: que acataré tus rectos juicios. SEÑOR, es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra. SEÑOR, acepta la ofrenda que brota de mis labios; enséñame tus juicios. Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu ley. Los impíos me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos. Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón. Inclino mi corazón a cumplir tus decretos para siempre y hasta el fin.