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Números 11:1-15

Números 11:1-15 NVI

Un día, el pueblo se quejó de las penalidades que estaba sufriendo. Al oírlos el SEÑOR, ardió en ira y su fuego consumió los alrededores del campamento. Entonces el pueblo clamó a Moisés, y este oró al SEÑOR por ellos y el fuego se apagó. Por eso aquel lugar llegó a ser conocido como Taberá, pues el fuego del SEÑOR ardió entre ellos. Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz. Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: «¡Quién nos diera carne! ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos! Pero ahora tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná!» A propósito, el maná se parecía a la semilla del cilantro y brillaba como la resina. El pueblo salía a recogerlo, y lo molía entre dos piedras, o bien lo machacaba en morteros, y lo cocía en una olla o hacía pan con él. Sabía a pan amasado con aceite. Por la noche, cuando el rocío caía sobre el campamento, también caía el maná. Moisés escuchó que las familias del pueblo lloraban, cada una a la entrada de su tienda, con lo cual hacían que la ira del SEÑOR se encendiera en extremo. Entonces, muy disgustado, Moisés oró al SEÑOR: ―Si yo soy tu siervo, ¿por qué me perjudicas? ¿Por qué me niegas tu favor y me obligas a cargar con todo este pueblo? ¿Acaso yo lo concebí, o lo di a luz, para que me exijas que lo lleve en mi regazo, como si fuera su nodriza, y lo lleve hasta la tierra que les prometiste a sus antepasados? Todo este pueblo viene llorando a pedirme carne. ¿De dónde voy a sacarla? Yo solo no puedo con todo este pueblo. ¡Es una carga demasiado pesada para mí! Si este es el trato que vas a darme, ¡me harás un favor si me quitas la vida! ¡Así me veré libre de mi desgracia!