Génesis 34:13-31
Génesis 34:13-31 NVI
Sin embargo, por el hecho de que su hermana Dina había sido deshonrada, los hijos de Jacob les respondieron con engaños a Siquén y a su padre Jamor. ―Nosotros no podemos hacer algo así —les explicaron—. Sería una vergüenza para todos nosotros entregarle nuestra hermana a un hombre que no está circuncidado. Solo aceptaremos con esta condición: que todos los varones entre vosotros se circunciden para que seáis como nosotros. Entonces sí intercambiaremos nuestras hijas con las vuestras en casamiento, y viviremos entre vosotros y formaremos un solo pueblo. Pero, si no aceptáis nuestra condición de circuncidaros, nos llevaremos a nuestra hermana y nos iremos de aquí. Jamor y Siquén estuvieron de acuerdo con la propuesta; y tan enamorado estaba Siquén de la hija de Jacob que no demoró en circuncidarse. Como Siquén era el hombre más respetado en la familia, su padre Jamor lo acompañó hasta la entrada de la ciudad, y allí hablaron con todos sus conciudadanos. Les dijeron: ―Estos hombres se han portado como amigos. Dejad que se establezcan en nuestro país y que lleven a cabo sus negocios aquí, ya que hay suficiente espacio para ellos. Además, nosotros nos podremos casar con sus hijas, y ellos con las nuestras. Pero ellos aceptan quedarse entre nosotros y formar un solo pueblo, con una sola condición: que todos nuestros varones se circunciden, como hacen ellos. Aceptemos su condición, para que se queden a vivir entre nosotros. De esta manera su ganado, sus propiedades y todos sus animales serán nuestros. Todos los que se reunían a la entrada de la ciudad estuvieron de acuerdo con Jamor y con su hijo Siquén, y fue así como todos los varones fueron circuncidados. Al tercer día, cuando los varones todavía estaban muy doloridos, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada y fueron a la ciudad, donde los varones se encontraban desprevenidos, y los mataron a todos. También mataron a filo de espada a Jamor y a su hijo Siquén, sacaron a Dina de la casa de Siquén y se retiraron. Luego los otros hijos de Jacob llegaron y, pasando sobre los cadáveres, saquearon la ciudad en venganza por la deshonra que había sufrido su hermana. Se apropiaron de sus ovejas, ganado y asnos, y de todo lo que había en la ciudad y en el campo. Se llevaron todos sus bienes, y sus hijos y mujeres, y saquearon todo lo que encontraron en las casas. Entonces Jacob les dijo a Simeón y Leví: ―Me habéis provocado un problema muy serio. De ahora en adelante los cananeos y ferezeos, habitantes de este lugar, me van a odiar. Si ellos se unen contra mí y me atacan, me matarán a mí y a toda mi familia, pues cuento con muy pocos hombres. Pero ellos replicaron: ―¿Acaso podíamos dejar que él tratara a nuestra hermana como a una prostituta?