Génesis 31:22-42
Génesis 31:22-42 NVI
Al tercer día informaron a Labán de que Jacob había huido. Entonces Labán reunió a sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que lo alcanzó en los montes de Galaad. Pero esa misma noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo y le dijo: «¡Cuidado con amenazar a Jacob!» Labán alcanzó a Jacob en los montes de Galaad, donde este había acampado. También Labán acampó allí, junto con sus parientes, y le reclamó a Jacob: ―¿Qué has hecho? ¡Me has engañado, y te has llevado a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra! ¿Por qué has huido en secreto, con engaños y sin decirme nada? Yo te habría despedido con alegría, y con música de tambores y de arpa. Ni siquiera me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos. ¡Te has comportado como un necio! Mi poder es más que suficiente para haceros daño, pero anoche el Dios de tu padre me habló y me dijo: “¡Cuidado con amenazar a Jacob!” Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero ¿por qué me robaste mis dioses? Jacob le respondió: ―La verdad es que me entró mucho miedo, porque pensé que podrías quitarme a tus hijas por la fuerza. Pero, si encuentras tus dioses en poder de alguno de los que están aquí, tal persona no quedará con vida. Pongo a nuestros parientes como testigos: busca lo que sea tuyo y llévatelo. Pero Jacob no sabía que Raquel había robado los ídolos de Labán, así que Labán entró en la tienda de Jacob, luego en la de Lea y en la de las dos criadas, pero no encontró lo que buscaba. Cuando salió de la tienda de Lea, entró en la de Raquel. Pero Raquel, después de tomar los ídolos y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la tienda, pero no los encontró. Entonces Raquel le dijo a su padre: ―Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme delante de ti, pero es que estoy en mi período de menstruación. Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos. Entonces Jacob se enojó con Labán e, indignado, le recriminó: ―¿Qué crimen o pecado he cometido, para que me acoses de esta manera? Ya has registrado todas mis cosas, ¿y acaso has encontrado algo que te pertenezca? Si algo has encontrado, ponlo aquí, frente a nuestros parientes, y que ellos determinen quién de los dos tiene la razón. Durante los veinte años que estuve contigo, nunca abortaron tus ovejas ni tus cabras, ni jamás me comí un carnero de tus rebaños. Nunca te traje un animal despedazado por las fieras, ya que yo mismo me hacía cargo de esa pérdida. Además, lo que robaban de día o de noche, tú me lo reclamabas. De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía. De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas, y seis por tu ganado, y muchas veces me cambiaste el salario. Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia.