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Hechos 9:1-8

Hechos 9:1-8 NVI

Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevar presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres. En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo resplandeció de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: ―Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ―¿Quién eres, Señor? —preguntó. ―Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—. Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer. Los hombres que viajaban con Saulo se detuvieron atónitos, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos no podía ver, así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.