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2 Reyes 4:18-27

2 Reyes 4:18-27 NVI

El niño creció, y un día salió a ver a su padre, que estaba con los segadores. De pronto exclamó: ―¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza! El padre le ordenó a un criado: ―¡Llévaselo a su madre! El criado lo cargó y se lo llevó a la madre, la cual lo tuvo en sus rodillas hasta el mediodía. A esa hora, el niño murió. Entonces ella subió, lo puso en la cama del hombre de Dios y, cerrando la puerta, salió. Después llamó a su esposo y le dijo: ―Préstame un criado y una burra; en seguida vuelvo. Voy de prisa a ver al hombre de Dios. ―¿Para qué vas a verle hoy? —le preguntó su esposo—. No es día de luna nueva ni sábado. ―No importa —respondió ella. Entonces hizo aparejar la burra y le ordenó al criado: ―¡Anda, vamos! No te detengas hasta que te lo diga. La mujer se puso en marcha y llegó al monte Carmelo, donde estaba Eliseo, el hombre de Dios. Este la vio a lo lejos y le dijo a su criado Guiezi: ―¡Mira! Ahí viene la sunamita. Corre a recibirla y pregúntale cómo está ella, y cómo están su esposo y el niño. El criado fue, y ella respondió que todos estaban bien. Pero luego fue a la montaña y se abrazó a los pies del hombre de Dios. Guiezi se acercó con el propósito de apartarla, pero el hombre de Dios intervino: ―¡Déjala! Está muy angustiada, y el SEÑOR me ha ocultado lo que pasa; no me ha dicho nada.