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1 Tesalonicenses PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES

PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES
INTRODUCCIÓN
Tesalónica
En vida del apóstol Pablo, Tesalónica (la actual Salónica) era la capital de la provincia romana de Macedonia. Gozaba de una economía floreciente, debida en gran parte a su magnífico emplazamiento, con un puerto que se abría al mar Egeo y daba entrada y salida a buena parte del importante tráfico comercial entre Roma y Asia Menor.
La población tesalonicense era numerosa. Estaba formada por una mezcla de residentes nativos y extranjeros, agrupados estos últimos en colonias de las más diversas nacionalidades, entre las cuales se contaba la judía, que debía de ser importante puesto que disponía de su propia sinagoga (Hch. 17.1).
El evangelio en Europa
Pablo y sus colaboradores fueron los primeros en llevar a Europa el evangelio de Jesucristo. Habiendo zarpado del puerto de Troas, desembarcaron en Neápolis y luego se dirigieron a Filipos (Hch. 16.11-12), desde donde, «pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica» (Hch. 17.1; 1 Ts. 2.1-2).
El libro de los Hechos registra las discusiones que Pablo mantuvo con los judíos de Tesalónica durante tres sábados (Hch. 17.2). La estadía del apóstol en la ciudad se prolongó probablemente por unos tres meses, a juzgar por todo lo que allí aconteció (Hch. 17.4-9; cf. Fil. 4.16 acerca de la ayuda recibida «una y otra vez» de los filipenses).
La actividad de Pablo en Tesalónica dio como fruto la conversión de algunos judíos, «griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas» (Hch. 17.4). Pero también provocó los celos de «judíos que no creían», los cuales «alborotaron la ciudad» hasta el punto de obligar al apóstol a abandonarla precipitadamente (Hch. 17.5-10).
Fecha y lugar de redacción
Desde Tesalónica, Pablo se dirigió a Berea (Hch. 17.10), luego a Atenas (Hch. 17.15) y finalmente a Corinto (Hch. 18.1), donde alrededor del año 50 redactó esta Primera epístola a los Tesalonicenses (1 Ts) (3.6; cf. Hch. 18.5). Es la carta más antigua de las que conocemos del apóstol y, probablemente, también el documento más antiguo del NT.
La intención de Pablo era regresar pronto a Tesalónica, pero no pudo hacerlo. Así es que desde Atenas mandó a Timoteo (2.17-18; 3.2,5-6), encargándole que animara a los creyentes y que luego se reuniera con él para informarle de la marcha de los asuntos en aquella iglesia.
Timoteo hizo el viaje, y volvió a Corinto. En términos generales, las noticias que llevaba a Pablo eran buenas, aunque también hablaban de cierta falta de madurez entre los cristianos de Tesalónica. De todos modos, Pablo se sintió satisfecho, y no tardó en manifestarlo por escrito.
Contenido y estructura
La primera de las dos secciones principales en que se divide el texto (2.1—3.13 y 4.1—5.24) está precedida de un saludo (1.1) y una acción de gracias (1.2-10). Tras esta introducción, el apóstol recuerda su ministerio en Macedonia (2.1-16), expone las razones que lo movieron a enviar a Timoteo en vez de volver él mismo a Tesalónica (2.17—3.5) y da gracias a Dios por las buenas noticias de las que Timoteo, al regresar, había sido portador (3.6-13).
La segunda sección contiene una exhortación a vivir en paz y en fidelidad a Dios (4.1-12). El retorno del Señor, dice, es inminente; pero el momento, desconocido. Por lo tanto, es necesario estar atentos y vigilantes (4.13—5.11), puesto que su día «vendrá así como ladrón en la noche» (5.2). Los que ya murieron, resucitarán (4.13-16); y juntos, ellos y «los que hayamos quedado, seremos arrebatados... para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor» (4.17).
La carta concluye con una invitación a todos los creyentes (5.25-28), para que cumplan con solicitud sus responsabilidades como miembros de la iglesia de Jesucristo (5.12-24).
Esquema del contenido:
Prólogo (1.1-10)
1. Ministerio de Pablo en Tesalónica (2.1—3.13)
2. Diversas exhortaciones (4.1—5.24)
Epílogo: Salutaciones y bendición final (5.25-28)

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