Génesis 8

8
Fin del diluvio
1Entonces Dios se acordó #8.1 En el lenguaje bíblico, decir que Dios se acuerda de alguien o de algo significa que le presta atención particular, y no que lo hubiera olvidado. La expresión sugiere la idea de solicitud y cuidado muy especiales. Cf. Ex 6.5; Sal 74.2. de Noé y de todos los animales que estaban con él en la barca. Hizo que el viento soplara sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; 2se cerraron las fuentes del mar profundo y también las compuertas del cielo. #8.2 Sobre el concepto de la separación de las aguas, véase Gn 7.11 n. Dejó de llover, 3y el agua comenzó a bajar poco a poco. Al cabo de ciento cincuenta días, el agua ya iba bajando, 4y el día diecisiete del mes séptimo la barca se detuvo sobre las montañas de Ararat. #8.4 Ararat: región que los antiguos llamaban Urartu y que corresponde aprox. a la actual Armenia. Véase Jer 51.27 nota. 5El agua siguió bajando, y el primer día del mes décimo ya se podían ver las partes más altas de los montes.
6Después de cuarenta días, #8.6 Cuarenta días: Véase Gn 7.12 n. Noé abrió la ventana #8.6 Abrió la ventana: Cf. Gn 6.16. de la barca que había hecho 7y soltó un cuervo; pero el cuervo volaba de un lado para otro, esperando que la tierra se secara. 8Después del cuervo, Noé soltó una paloma para ver si la tierra ya estaba seca; 9pero la paloma regresó a la barca porque no encontró ningún lugar donde descansar, pues la tierra todavía estaba cubierta de agua. Así que Noé sacó la mano, tomó la paloma y la hizo entrar en la barca.
10Noé esperó otros siete días, #8.10 Acerca del simbolismo del número siete, véase Gn 4.18 n. y volvió a soltar la paloma. 11Ya empezaba a anochecer cuando la paloma regresó, trayendo una ramita de olivo en el pico. Así Noé se dio cuenta de que la tierra se iba secando. 12Esperó siete días más, y volvió a enviar la paloma; pero la paloma ya no regresó. #8.7-12 En tiempos antiguos, antes de la invención del compás y de otros instrumentos de navegación, los marinos solían enviar aves para determinar la proximidad y la dirección de la costa del mar. En el relato babilónico del diluvio se envían sucesivamente una paloma, una golondrina y un cuervo.
13Cuando Noé tenía seiscientos un años, la tierra quedó seca. El primer día del mes primero, Noé quitó el techo de la barca y vio que la tierra estaba seca. 14Para el día veintisiete del mes segundo, la tierra estaba ya bien seca. 15Entonces Dios le dijo a Noé: 16«Sal de la barca, junto con tu esposa, tus hijos y tus nueras. 17Saca también a todos los animales que están contigo: las aves, los animales domésticos y los que se arrastran por el suelo, para que se vayan por toda la tierra y tengan muchas crías y llenen el mundo.»
18Entonces Noé y su esposa, y sus hijos y nueras, salieron de la barca. 19También salieron todos los animales domésticos y salvajes, los que se arrastran y los que vuelan. 20Luego Noé construyó un altar en honor del Señor, tomó animales y aves puros, #8.20 Animales y aves puros: Los animales impuros no podían ofrecerse como víctimas de los sacrificios. Cf. Lv 11; Dt 14.3-21. uno de cada clase, y los ofreció en holocausto #8.20 El holocausto es un sacrificio en el que la víctima se consume totalmente sobre el altar, sin que ninguna de sus partes sea reservada para otros fines (véase Lv 1.3 n.). El contexto indica que Noé ofreció su holocausto como sacrificio de acción de gracias. al Señor. 21Cuando al Señor le llegó este olor tan agradable, #8.21 Cuando... tan agradable: Esta expresión indica que el sacrificio fue aceptable al Señor. Cf. Lv 1.9,13,17; 2.1-2. dijo: «Nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa del hombre, #8.21 Como en Gn 2.7; 3.19, el texto hebreo hace un juego de palabras entre adam (hombre) y adamá (tierra). porque desde joven el hombre solo piensa en hacer lo malo. #8.21 Solo piensa en hacer lo malo: Cf. Gn 6.5. Tampoco volveré a destruir a todos los animales, como lo hice esta vez. #Is 54.9.
22»Mientras el mundo exista,
habrá siembra y cosecha;
hará calor y frío,
habrá invierno y verano
y días con sus noches.» #8.22 Este v. invita a apreciar de una manera nueva los fenómenos de la naturaleza. El orden y la regularidad de las estaciones y de los ciclos naturales están fundados en una promesa de Dios, que es fiel a su palabra. Como esa promesa depende exclusivamente de Dios y no puede ser alterada por el pecado de los hombres, los ciclos de la naturaleza son también una prueba de la «paciencia» de Dios (cf. Ro 3.25-26), que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos (Mt 5.45).

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