EL NUEVO TESTAMENTO Según el Texto Bizantino 2005, ed. Robinson-Pierpont Usado con permiso Traducido Directamente del Griego Original por Louis R. Tyler, M.A., M.Div., Ph.D. Edición IV Revisada y Corregida Editado por Diane Morrell, Ruth Evelyn Fernández y Lawrence B. Windle, M.A., D.Th. INSTITUTO BÍBLICO RÍO GRANDE EDINBURG, TEXAS © 2014, 2016, 2019, 2021 EDITORIAL RÍO GRANDE EDINBURG, TEXAS

Segun el Texto Bizantino 2005

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 <div class="chapter ch4" data-usfm="JHN.4">
 <div class="label">4</div><div class="s1">Jes&#250;s y la mujer samaritana</div><div class="p"> 1Cuando, pues, supo el Se&#241;or#NU Cuando, pues, supo Jes&#250;s. que los fariseos hab&#237;an o&#237;do que Jes&#250;s hac&#237;a y bautizaba m&#225;s disc&#237;pulos que Juan 2&#8212;aunque Jes&#250;s mismo no bautizaba, sino sus disc&#237;pulos&#8212; 3dej&#243; Judea, y se fue#NU y se fue otra vez. a Galilea. 4Y ten&#237;a que pasar por Samaria. 5Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a Jos&#233;, su hijo; 6y estaba all&#237; el pozo de Jacob. Jes&#250;s entonces, cansado del viaje, se sent&#243; as&#237; junto al pozo. Y era como la hora sexta.</div><div class="p"> 7Vino una mujer de Samaria para sacar agua. Jes&#250;s le dijo: Dame de beber. 8Y sus disc&#237;pulos se hab&#237;an ido a la ciudad a comprar alimentos. 9Le dijo entonces la mujer samaritana: &#191;C&#243;mo t&#250;, siendo jud&#237;o, me pides a m&#237; de beber, siendo yo una mujer samaritana? Porque los jud&#237;os no tienen tratos con los samaritanos.</div><div class="p"> 10Contest&#243; Jes&#250;s y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y qui&#233;n es el que te dice: Dame de beber, t&#250; le habr&#237;as pedido, y &#233;l te habr&#237;a dado agua viva. 11La mujer le dijo:#NU [la mujer] le dijo. Se&#241;or, ni siquiera tienes un balde, y el pozo es hondo. &#191;De d&#243;nde, pues, tienes el agua viva? 12&#191;Acaso eres t&#250; mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebi&#243; &#233;l, y sus hijos, y su ganado?</div><div class="p"> 13Respondi&#243; Jes&#250;s y le dijo: Todo el que bebe de esta agua, volver&#225; a tener sed. 14Pero el que beba del agua que yo le dar&#233;, no tendr&#225; sed jam&#225;s; sino que el agua que yo le dar&#233; se har&#225; un manantial de agua en &#233;l, brotando para vida eterna. 15La mujer le dijo: Se&#241;or, dame esa agua, para que yo no tenga sed, ni venga aqu&#237; a sacarla. 16Jes&#250;s le dijo:#NU omite Jes&#250;s. Ve, llama a tu marido, y ven ac&#225;. 17Contest&#243; la mujer y#NU agrega le. dijo: No tengo marido. Jes&#250;s le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en esto has dicho la verdad.</div><div class="p"> 19Le dijo la mujer: Se&#241;or, percibo que t&#250; eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte; y vosotros dec&#237;s que en Jerusal&#233;n es el lugar donde hay que adorar. 21Jes&#250;s le dijo: Mujer, cr&#233;eme, que viene la hora cuando ni en este monte ni en Jerusal&#233;n adorar&#233;is al Padre. 22Vosotros ador&#225;is lo que no conoc&#233;is; nosotros adoramos lo que conocemos; porque la salvaci&#243;n viene#Lit. es. de los jud&#237;os. 23Pero viene la hora y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorar&#225;n al Padre en esp&#237;ritu y en verdad; porque el Padre busca tales adoradores que le adoren. 24Dios es Esp&#237;ritu; y los que le adoran, es necesario que le adoren en esp&#237;ritu y en verdad. 25Le dijo la mujer: S&#233; que el Mes&#237;as viene&#8212;el llamado Cristo;#O, Ungido. cuando venga &#233;l, nos declarar&#225; todas las cosas. 26Jes&#250;s le dijo: Yo soy, el que habla contigo.</div><div class="s1">Regreso de los disc&#237;pulos</div><div class="p"> 27Y en eso vinieron sus disc&#237;pulos, y se asombraron de que hablara con una mujer; sin embargo, nadie le dijo: &#191;Qu&#233; le preguntas?,#Lit. &#191;Qu&#233; buscas? o &#191;Por qu&#233; hablas con ella? 28Dej&#243;, pues, su c&#225;ntaro la mujer, y se fue a la ciudad, y les dijo a los hombres: 29Venid, ved a un hombre que me dijo todo lo que he hecho. &#191;No ser&#225; este el Mes&#237;as?</div><div class="p"> 30Salieron de la ciudad, y ven&#237;an a &#233;l. 31Y#NU omite Y. mientras tanto le rogaban los disc&#237;pulos, diciendo: Rab&#237;, come. 32Pero &#233;l les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sab&#233;is. 33Entonces dec&#237;an los disc&#237;pulos entre s&#237;: &#191;Le habr&#225; tra&#237;do alguien de comer? 34Les dijo Jes&#250;s: Mi comida es que haga la voluntad del que me envi&#243;, y que acabe su obra.</div><div class="p"> 35&#191;No dec&#237;s vosotros: Todav&#237;a faltan cuatro meses, y la cosecha viene? He aqu&#237; os digo: &#161;Levantad vuestros ojos y mirad los campos, que est&#225;n blancos ya para la siega! 36Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se alegre juntamente con el que siega. 37Porque en esto el dicho es verdadero: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38Yo os envi&#233; a cosechar lo que vosotros no trabajasteis; otros trabajaron, y vosotros hab&#233;is entrado en su labor.</div><div class="s1">El Mes&#237;as: El Salvador del mundo</div><div class="p"> 39Y de aquella ciudad muchos de los samaritanos creyeron en &#233;l a causa de la palabra de la mujer, que atestiguaba: Me dijo todo lo que he hecho. 40Cuando, pues, vinieron a &#233;l los samaritanos, le ped&#237;an que se quedara con ellos; y se qued&#243; all&#237; dos d&#237;as. 41Y muchos m&#225;s creyeron a causa de su palabra. 42Y a la mujer le dec&#237;an: Ya no creemos por tu palabra; porque nosotros mismos hemos o&#237;do, y sabemos que este es verdaderamente el Salvador del mundo, el Mes&#237;as.#NU omite el Mes&#237;as.</div><div class="s1">Acogida en Galilea</div><div class="p"> 43Y despu&#233;s de los dos d&#237;as sali&#243; de all&#237;, y se fue a Galilea.#NU sali&#243; de all&#237; para Galilea. 44Porque Jes&#250;s mismo testific&#243; que un profeta no tiene honra en su propia patria. 45Cuando, pues, lleg&#243; a Galilea, le recibieron los galileos, habiendo visto todas las cosas que hizo en Jerusal&#233;n en la fiesta; porque tambi&#233;n ellos hab&#237;an ido a la fiesta.</div><div class="s1">Jes&#250;s sana al hijo de un noble</div><div class="p"> 46Vino, pues, otra vez Jes&#250;s a Can&#225; de Galilea, donde hab&#237;a convertido el agua en vino. Y hab&#237;a un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Caperna&#250;m. 47Este, al o&#237;r que Jes&#250;s hab&#237;a venido de Judea a Galilea, se fue a &#233;l, y le ped&#237;a que descendiera y sanase a su hijo; porque estaba a punto de morir.</div><div class="p"> 48Entonces Jes&#250;s le dijo: Si no veis se&#241;ales y maravillas, no creer&#233;is. 49El funcionario real le dijo: Se&#241;or, desciende antes que muera mi hijo. 50Jes&#250;s le dijo: Ve, tu hijo vive. Y#NU omite Y. el hombre crey&#243; la palabra que le dijo Jes&#250;s, y se fue. 51Y cuando ya &#233;l descend&#237;a, sus siervos le salieron al encuentro#NU sus disc&#237;pulos le encontraron. y le dieron la noticia, diciendo: Tu hijo vive.#NU diciendo que su hijo viv&#237;a.</div><div class="p"> 52Entonces les pregunt&#243; a qu&#233; hora se hab&#237;a recuperado. Y le dijeron: Ayer a la hora s&#233;ptima lo dej&#243; la fiebre. 53El padre entonces entendi&#243; que aquella hora era cuando Jes&#250;s le dijo: Tu hijo vive. Y crey&#243; &#233;l, y toda su casa. 54Tambi&#233;n este segundo milagro hizo Jes&#250;s, viniendo de Judea a Galilea.</div>
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Cuando, pues, supo el Señor que los fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan —aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos— dejó Judea, y se fue a Galilea. Y tenía que pasar por Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a José, su hijo; y estaba allí el pozo de Jacob. Jesús entonces, cansado del viaje, se sentó así junto al pozo. Y era como la hora sexta.
Vino una mujer de Samaria para sacar agua. Jesús le dijo: Dame de beber. Y sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar alimentos. Le dijo entonces la mujer samaritana: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, siendo yo una mujer samaritana? Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.
Contestó Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido, y él te habría dado agua viva. La mujer le dijo: Señor, ni siquiera tienes un balde, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él, y sus hijos, y su ganado?
Respondió Jesús y le dijo: Todo el que bebe de esta agua, volverá a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré se hará un manantial de agua en él, brotando para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que yo no tenga sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Contestó la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en esto has dicho la verdad.
Le dijo la mujer: Señor, percibo que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte; y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde hay que adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que viene la hora cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos; porque la salvación viene de los judíos. Pero viene la hora y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque el Padre busca tales adoradores que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, es necesario que le adoren en espíritu y en verdad. Le dijo la mujer: Sé que el Mesías viene—el llamado Cristo; cuando venga él, nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

Y en eso vinieron sus discípulos, y se asombraron de que hablara con una mujer; sin embargo, nadie le dijo: ¿Qué le preguntas?, o ¿Por qué hablas con ella? Dejó, pues, su cántaro la mujer, y se fue a la ciudad, y les dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me dijo todo lo que he hecho. ¿No será este el Mesías?
Salieron de la ciudad, y venían a él. Y mientras tanto le rogaban los discípulos, diciendo: Rabí, come. Pero él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces decían los discípulos entre sí: ¿Le habrá traído alguien de comer? Les dijo Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
¿No decís vosotros: Todavía faltan cuatro meses, y la cosecha viene? He aquí os digo: ¡Levantad vuestros ojos y mirad los campos, que están blancos ya para la siega! Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se alegre juntamente con el que siega. Porque en esto el dicho es verdadero: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os envié a cosechar lo que vosotros no trabajasteis; otros trabajaron, y vosotros habéis entrado en su labor.

Y de aquella ciudad muchos de los samaritanos creyeron en él a causa de la palabra de la mujer, que atestiguaba: Me dijo todo lo que he hecho. Cuando, pues, vinieron a él los samaritanos, le pedían que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días. Y muchos más creyeron a causa de su palabra. Y a la mujer le decían: Ya no creemos por tu palabra; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que este es verdaderamente el Salvador del mundo, el Mesías.

Y después de los dos días salió de allí, y se fue a Galilea. Porque Jesús mismo testificó que un profeta no tiene honra en su propia patria. Cuando, pues, llegó a Galilea, le recibieron los galileos, habiendo visto todas las cosas que hizo en Jerusalén en la fiesta; porque también ellos habían ido a la fiesta.

Vino, pues, otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. Este, al oír que Jesús había venido de Judea a Galilea, se fue a él, y le pedía que descendiera y sanase a su hijo; porque estaba a punto de morir.
Entonces Jesús le dijo: Si no veis señales y maravillas, no creeréis. El funcionario real le dijo: Señor, desciende antes que muera mi hijo. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que le dijo Jesús, y se fue. Y cuando ya él descendía, sus siervos le salieron al encuentro y le dieron la noticia, diciendo: Tu hijo vive.
Entonces les preguntó a qué hora se había recuperado. Y le dijeron: Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre. El padre entonces entendió que aquella hora era cuando Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él, y toda su casa. También este segundo milagro hizo Jesús, viniendo de Judea a Galilea.

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