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JOSUÉ 8

8
Toma de Ai#8.1-29 Mientras que Jericó fue conquistada por el solo poder de Dios, en la caída de Ai participó también la brillante estrategia concebida por Josué. Véase Jos 6.1-27 n.
1El Señor dijo a Josué: “No tengas miedo ni te desanimes. Toma todo tu ejército y ponte en marcha contra la ciudad de Ai, pues yo te daré la victoria#8.1 Dt 1.21; 31.8. Yo te daré la victoria: lit. Yo te he entregado (Jos 6.2; cf. Dt 2.24; 3.2). sobre el rey de Ai y su gente. Su ciudad y sus territorios serán tuyos, 2y tú harás con Ai y su rey lo mismo que hiciste con Jericó y su rey, aunque en este caso podréis quedaros con las cosas y los animales de los vencidos.#8.2 La consagración de todo el botín de guerra al exterminio total se aplica aquí con menos rigor que en el caso de Jericó (Jos 6.21,24). Véase Dt 7.2 nota d. Prepara un ataque por sorpresa, por la parte de atrás de la ciudad.”
3Josué se preparó con todo su ejército para marchar contra Ai. Escogió treinta mil guerreros, a los cuales envió de noche 4con esta orden: “Oíd bien: id por la parte de atrás de la ciudad, escondeos cerca de ella y manteneos listos para atacar. 5El resto de la gente se acercará conmigo a la ciudad, y cuando los de la ciudad salgan a atacarnos, nosotros huiremos de ellos, como la vez pasada. 6Ellos nos perseguirán cuando huyamos de la ciudad, pues pensarán que otra vez nos han puesto en fuga. 7Entonces saldréis de vuestro escondite y tomaréis la ciudad, pues el Señor vuestro Dios os la va a entregar. 8Una vez que la hayáis tomado, quemadla, tal como el Señor lo ha dicho. Es una orden.”
9Entonces Josué les dio la orden de partir, y ellos fueron y se escondieron entre Betel y Ai, al oeste de Ai,#8.9 Cf. Gn 12.8; 13.3. mientras que Josué pasó la noche en el campamento. 10Al día siguiente, Josué se levantó muy temprano y pasó revista a su gente. Luego se puso al frente de ellos, junto con los ancianos de Israel, y se dispuso a atacar Ai. 11Todos sus hombres se acercaron a la ciudad por la parte de delante y acamparon al norte de ella, quedando el valle entre ellos y la ciudad. 12Josué escondió unos cinco mil hombres entre Betel y Ai, al oeste de la ciudad, 13de modo que el ejército quedó repartido en dos grupos, uno escondido al oeste de la ciudad y el otro en el campamento, al norte. Josué se adelantó aquella noche hasta la mitad del valle.
14Cuando el rey de Ai vio la situación, se dio prisa y salió con todo su ejército para luchar contra los israelitas en el valle del Jordán,#8.14 En el valle del Jordán: lit. frente al Arabá. Véase Dt 1.1 n. sin saber que otros israelitas permanecían escondidos detrás de la ciudad. 15Josué y sus hombres fingieron ponerse en fuga, y huyeron de los de Ai por el camino del desierto. 16Entonces todo el ejército de Ai recibió la orden de perseguirlos, y al perseguir a Josué se alejaron de la ciudad. 17No hubo un solo hombre de Ai ni de Betel que no saliera a perseguir a los israelitas; pero en sus ansias por perseguirlos dejaron indefensa la ciudad. 18Entonces el Señor dijo a Josué: “Da ya la señal#8.18 Da ya la señal: lit. extiende la jabalina, que era un arma arrojadiza parecida a la lanza, pero menos pesada y más pequeña (cf. 1 S 17.6,45). Esta acción simbólica de Josué recuerda el gesto de Moisés en Ex 17.9. Cf. v. 26. de atacar la ciudad de Ai, que yo te la voy a entregar.”
Josué dio la señal, ordenando el ataque. 19Entonces los que estaban escondidos salieron rápidamente de su escondite, se lanzaron contra la ciudad y la tomaron, y en seguida le prendieron fuego.
20Cuando los hombres de Ai volvieron atrás la mirada, vieron que el humo de su ciudad subía hasta el cielo. No tenían escapatoria por ningún lado, porque los israelitas que antes huían hacia el desierto, ahora se lanzaban al ataque. 21En efecto, al ver Josué y todos los israelitas que los que permanecían escondidos habían tomado ya la ciudad y le habían prendido fuego, se volvieron y atacaron a los de Ai. 22Luego, los que habían tomado la ciudad salieron de ella, de modo que los de Ai quedaron atrapados entre las dos fuerzas israelitas, las cuales atacaron a los de Ai hasta matarlos a todos. 23Solo dejaron con vida al rey de Ai, al que capturaron y llevaron ante Josué.
24Después de matar a filo de espada a todos los de Ai que habían salido a perseguirlos, los israelitas regresaron a Ai y mataron a los que quedaban. 25Aquel día murieron los doce mil habitantes de Ai, hombres y mujeres, 26pues Josué mantuvo la orden#8.26 Mantuvo la orden: lit. no dejó de tener extendida la jabalina. de continuar el ataque a la ciudad hasta destruirlos a todos por completo. 27Los israelitas se quedaron con los animales y las cosas que había en la ciudad, como el Señor había dicho a Josué, 28y Josué quemó Ai y la dejó en ruinas para siempre, tal como se ve todavía. 29Al rey de Ai lo colgó Josué de un árbol, hasta el atardecer; y cuando el sol se puso, mandó que lo bajaran#8.29 Cf. Dt 21.22-23; Jos 10.26-27. y arrojaran su cadáver a la entrada de la ciudad, y que amontonaran piedras encima de él. El montón de piedras#8.29 Montón de piedras: Véanse las referencias en Jos 7.26 nota m. todavía sigue allí.
Lectura de la ley en el monte Ebal#8.30-35 El relato siguiente se refiere a la ejecución de las prescripciones contenidas en Dt 27.1-26; cf. 11.29-32.
30Entonces Josué construyó en el monte Ebal#8.30 Acerca del monte Ebal y del monte Guerizim (v. 33), véase Dt 11.29-30 n. un altar al Señor, el Dios de Israel, 31tal como Moisés, el siervo del Señor, se lo había ordenado a los israelitas, y conforme a lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés: “Un altar de piedras sin labrar.”#8.31 La construcción de este altar corresponde a lo establecido en Ex 20.24-26. Entonces los israelitas ofrecieron holocaustos sobre el altar y presentaron sacrificios de reconciliación. 32Luego, en presencia de los israelitas, Josué grabó en las piedras del altar la ley que Moisés les había dado. 33Entonces todo el pueblo, tanto los descendientes de Israel como los extranjeros, y todos los ancianos, oficiales y jueces, se pusieron a los lados del arca del pacto del Señor, frente a los sacerdotes levitas que la llevaban a hombros. Para la bendición del pueblo de Israel, la mitad de ellos estaba en el lado del monte Guerizim y la otra mitad en el lado del monte Ebal, tal como lo había ordenado desde el principio Moisés, el siervo del Señor.
34Después Josué leyó cada una de las palabras del libro de la ley, tanto las bendiciones como las maldiciones. 35No hubo una sola palabra de todo lo que Moisés había mandado, que no leyera Josué ante toda la comunidad de Israel, incluyendo a las mujeres y los niños, y aun a los extranjeros que vivían entre ellos.

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