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JEREMÍAS 38

38
Jeremías en la cisterna#38.1-28 Este cap. contiene un segundo relato del encarcelamiento de Jeremías (vs. 1-13) y de la entrevista que el profeta mantuvo con el rey Sedequías (vs. 14-26). En su respuesta a la pregunta del rey, Jeremías reafirma una vez más su posición: para salvar del desastre a la nación es necesario deponer las armas ante el ejército de Babilonia (cf. vs. 17-18).
1Sefatías, hijo de Matán; Guedalías, hijo de Pashur; Jucal, hijo de Selemías,#38.1 Jucal, hijo de Selemías: Cf. Jer 37.3. y Pashur, hijo de Malquías,#38.1 Pashur, hijo de Malquías: Véase Jer 21.1-2 nota c. oyeron a Jeremías pronunciar ante el pueblo estas palabras: 2“El Señor dice: ‘El que se quede en la ciudad morirá en la guerra, o de hambre o de peste.#38.2 Guerra, hambre y peste: Véanse las referencias en Jer 14.12 n. En cambio, el que salga y se entregue a los caldeos podrá al menos salvar su vida.’#38.2 Al menos salvar su vida: Véase Jer 21.8-10 n. 3El Señor dice: ‘Esta ciudad caerá en poder del ejército del rey de Babilonia. Él la tomará y nadie podrá evitarlo.’ ”
4Entonces los funcionarios dijeron al rey:
–Hay que matar a este hombre, pues con sus palabras desmoraliza a los soldados que aún quedan en la ciudad, y a toda la gente. Este hombre no busca el bien del pueblo, sino su mal.
5El rey Sedequías les respondió:
–Está bien, haced con él lo que queráis. Yo nada puedo contra vosotros.#38.5 Yo nada puedo contra vosotros: Esta frase refleja el estado de anarquía que reinaba en Jerusalén antes de la caída de la ciudad en poder del rey de Babilonia (cf. Jer 39.1-10).
6Entonces ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en la cisterna del príncipe Malquías, que se encontraba en el patio de la guardia. Lo bajaron con sogas a la cisterna, donde no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en él.
7Un etíope llamado Ébed-mélec, hombre de confianza en el palacio real,#38.7 Hombre de confianza en el palacio real: lit. eunuco de la casa del rey (véase Jer 29.1-2 nota b). El nombre Ébed-mélec significa siervo del rey. oyó decir que habían metido a Jeremías en la cisterna. Por aquel tiempo, el rey estaba en una sesión en la puerta de Benjamín.#38.7 En una sesión en la puerta de Benjamín: Como los pleitos y casos legales se resolvían habitualmente en la puerta de la ciudad (cf. 2 S 15.2-4), el rey podía estar presidiendo una sesión del tribunal; o quizá, más simplemente, observaba y discutía los preparativos para la defensa de la ciudad (véase Is 7.3 nota e). 8Entonces Ébed-mélec salió del palacio real y fue a decirle al rey:
9–Majestad, lo que esos hombres han hecho con Jeremías es un crimen. Lo han metido en una cisterna, y allí está muriéndose de hambre, porque ya no hay pan en la ciudad.
10En seguida el rey ordenó a Ébed-mélec que se llevara con él a treinta hombres#38.10 Treinta hombres: según la mayoría de los mss. hebreos; uno de estos, sin embargo, dice tres en lugar de treinta, cifra que parece mucho más verosímil. para sacar a Jeremías de la cisterna, antes que muriera. 11Ébed-mélec se llevó a los hombres; del depósito de ropa#38.11 Depósito de ropa: texto probable (cf. 2 R 10.22). Heb. debajo del tesoro. del palacio tomó unos trapos viejos que bajó con sogas a Jeremías, a la cisterna, 12y le dijo:
–Ponte esos trapos bajo los brazos, para que las sogas no te hieran.
Jeremías lo hizo así. 13Entonces los hombres tiraron de las sogas y lo sacaron de allí. Después de esto, Jeremías se quedó en el patio de la guardia.
Sedequías manda llamar a Jeremías
14El rey Sedequías mandó que llevaran ante él al profeta Jeremías, a la tercera entrada del templo.#38.14 Tercera entrada del templo: Nada se sabe concretamente acerca de la localización de esta entrada. Tal vez era una puerta para uso exclusivo del rey. Allí el rey le dijo:
–Voy a hacerte una pregunta, y quiero que me contestes con toda franqueza.
15Jeremías le respondió:
–Si contesto a la pregunta, Su Majestad me mandará matar; y si le doy algún consejo, no me hará caso.
16Pero, en secreto, el rey Sedequías hizo este juramento a Jeremías:
–Te juro por el Señor, que nos dio la vida, que no te mandaré matar ni te entregaré en manos de los que quieren matarte.
17Jeremías dijo entonces a Sedequías:
–El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: ‘Si te entregas de una vez a los generales del rey de Babilonia, tú y tu familia salvaréis la vida, y esta ciudad no será incendiada. 18Pero si no te entregas a ellos, los caldeos se apoderarán de la ciudad y le prenderán fuego, y tú no podrás escapar.’
19Sedequías respondió:
–Tengo miedo de los judíos que se han pasado a los caldeos;#38.19 Cf. Jer 39.9; 52.15, donde también se hace referencia a algunos judíos que se habían pasado a los caldeos antes y durante la caída de Jerusalén. En Jer 37.13, el profeta es denunciado incluso como desertor. si caigo en sus manos, me torturarán.#38.19 Cf. Jer 39.
20Jeremías contestó:
–Pero Su Majestad no caerá en sus manos. Obedezca Su Majestad, por favor, a la voz del Señor, que yo le he comunicado, y le irá bien y salvará la vida. 21El Señor me ha hecho ver#38.21 Me ha hecho ver: Cf. Am 7.1,4,7; 8.1. lo que pasará si Su Majestad se empeña en no rendirse: 22todas las mujeres que queden en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los generales del rey de Babilonia, y ellas mismas dirán:
‘Los mejores amigos del rey
lo engañaron, lo vencieron,
dejaron que los pies se le hundieran en el lodo
y le dieron la espalda.’
23Jeremías continuó diciendo al rey:
–Todas las mujeres y los hijos de Su Majestad serán entregados a los caldeos, y Su Majestad no escapará de ellos, sino que será entregado al rey de Babilonia, y prenderán fuego a la ciudad.
24Entonces Sedequías respondió a Jeremías:
–Si en algo aprecias tu vida, no hables de esto con nadie. 25Si los funcionarios llegan a saber que he estado hablando contigo, vendrán y te preguntarán qué me dijiste y qué te dije yo; y con la promesa de salvarte la vida, te pedirán que se lo cuentes todo. 26Pero tú respóndeles que solo me estabas suplicando que no te mandara de nuevo a la casa de Jonatán, para no morir allí.
27En efecto, todos los funcionarios fueron a ver a Jeremías y le hicieron preguntas, pero él les respondió exactamente lo que el rey le había ordenado. Entonces le dejaron en paz, porque nadie había oído la conversación. 28Y Jeremías se quedó en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue tomada.#38.28 Ez 33.21.

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