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Lamentaciones LAMENTACIONES

LAMENTACIONES
INTRODUCCIÓN
El título del libro
El título de este libro procede de la versión griega del AT llamada «Septuaginta» (véase Introducción a la Biblia). Allí se denomina Zrénoi («cantos fúnebres», «lamentaciones», «endechas»). Por su parte, la Biblia hebrea lo titula Eikah («¡Qué!»), conforme al uso judío de nombrar los libros por el vocablo inicial de cada uno de ellos. Sin embargo, una tradición hebrea lo había titulado anteriormente con él término Qinot, que, al igual que el griego, significa «llantos», «lamentaciones», «cantos de duelo por un muerto» (cf. 2 Cr. 35.25). Con este mismo término se designaron más tarde los poemas compuestos con ocasión de alguna contingencia desgraciada o catástrofe nacional (cf. Jer. 7.29; 9.10-11,17-21; Am. 5.1-2).
En el original hebreo, este libro no contiene indicación alguna que permita relacionarlo con Jeremías. Al igual que sucede con el título, la referencia al profeta aparece en la versión griega LXX, en una nota preliminar que dice: «Sucedió cuando Israel fue llevado cautivo y Jerusalén asolada, que Jeremías, llorando, se sentó y entonó esta lamentación sobre Jerusalén, diciendo...» La nota del texto griego fue luego incluida en la Vulgata (versión latina), y así se dio pie a que el libro fuera tradicionalmente conocido como Lamentaciones de Jeremías.
Los motivos del libro
El trasfondo histórico de los cinco poemas que componen Lamentaciones (Lm) es la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor en el 586 a.C. (2 R. 25.1-21). Este triste episodio comenzó algún tiempo después a ser recordado por el pueblo, que mostraba su aflicción con oraciones, ayunos y otras expresiones de duelo (cf. Jer. 41.5; Zac. 7.3; 8.19). Además, junto a las ruinas del templo celebraba determinadas ceremonias para mantener despierta la memoria de aquella gran tragedia y, al propio tiempo, la esperanza de la restauración nacional anunciada por los profetas (cf. Jer. 30.1—31.40).
El libro y su mensaje
Este libro está constituido por cinco poemas que recogen el espíritu y los sentimientos que animaban tales luctuosas celebraciones. Jerusalén, «la ciudad populosa», «la grande entre las naciones», se representa en ellos como una mujer que se ha quedado viuda (1.1), como una madre que ve desfallecer y morir de hambre a sus hijos, niños todavía (2.19,22). Pero Lamentaciones no se reduce a llorar el desastre de Judá y de Jerusalén, sino que una y otra vez lleva al pueblo a reconocer su propia responsabilidad y a confesarse culpable delante de Jehová: «Pecado cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida; todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza; y ella suspira, y se vuelve atrás» (1.8; véase también 1.14,20; 3.42; 4.6). Sobre todo, el pueblo reconoce que Judá y Jerusalén merecieron la severidad con que las trató el Señor y que él nunca dejó de actuar con perfecta justicia (1.18).
Ahora bien, Lamentaciones contiene no solo expresiones de dolor personal o colectivo (cf. 1.12-16; 3.43-47; 5.1-22), sino también otras que dan testimonio de la profunda fe del poeta que las creó y de su total confianza en el Señor (3.21-24,26). A ellas se unen cánticos de alabanza (5.19), acciones de gracias (3.55-57) y exhortaciones a reconocer con sinceridad de corazón que los acontecimientos adversos que nos sobrevienen son, a menudo, la consecuencia ineludible de nuestras propias rebeldías (3.40-42).
La forma literaria
Los cuatro primeros poemas corresponden a los cuatro primeros capítulos de Lamentaciones, cada uno de los cuales se compone de 22 estrofas dispuestas alfabéticamente (véase Introducción a los Salmos). Es decir, la letra inicial de cada estrofa se ajusta al orden establecido en el alfabeto hebreo (al igual que ocurre en algunos salmos y en otras composiciones poéticas del AT). En cuanto al quinto poema de Lamentaciones, no presenta la característica alfabética de los cuatro anteriores; sin embargo, curiosamente, también fue compuesto sobre el referido esquema de 22 estrofas.
Esquema del contenido:
1. Tristezas de Sion la cautiva (1.1-22)
2. Las tristezas de Sion vienen de Jehová (2.1-22)
3. Esperanza de liberación por la misericordia de Dios (3.1-66)
4. El castigo de Sion consumado (4.1-22)
5. Oración del pueblo afligido (5.1-22)

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