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Efesios LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS

LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS
INTRODUCCIÓN
Más que carta, la Epístola a los Efesios (Ef) es un escrito doctrinal y exhortatorio, que pone de manifiesto en su autor fundamentales intereses pedagógicos y pastorales. Es una reflexión sobre la iglesia, vista como cuerpo de Cristo (1.22b-23; 4.15-16; Cf. Col. 1.18), y una sólida enseñanza acerca de la salvación que Dios ofrece a los pecadores (2.4-9).
Efeso
Desde el año 133 a.C., con una población cercana al medio millón de personas, Efeso era la capital de la provincia romana de Asia y residencia oficial del gobernador. Estaba situada en un lugar privilegiado de la costa del Mediterráneo, con un puerto de mucho tráfico y una importante vía de comunicación con el interior de Asia Menor. El culto a la diosa Diana, en cuyo honor se había erigido en Efeso un templo al que acudían en peregrinación devotos de «toda Asia, y el mundo entero» (Hch. 19.23-41), contribuía a aumentar el prestigio de la ciudad.
El libro de los Hechos hace referencia a dos visitas de Pablo a Efeso. La primera fue breve (Hch. 18.19-21), pero la segunda se prolongó «por tres años» (Hch 19.1—20.1,31), un período cuya duración indica la importancia de la obra misionera allí realizada.
Propósito
Las frecuentes alusiones que en otras epístolas hace el apóstol a Efeso o a personas relacionadas con esta ciudad, revelan que lo unían estrechos lazos de trabajo y afecto con la comunidad cristiana allí establecida (cf. 1 Co. 15.32; 16.8; 1 Ti. 1.3; 2 Ti. 1.18; 4.12). Sin embargo, en la presente epístola se advierte una casi total ausencia tanto de nombres propios (por excepción, en 6.21 se cita a Tíquico) como de los saludos personales que son habituales en los escritos paulinos. Por esta razón se piensa que se trata más bien de una especie de carta circular dirigida a diversas congregaciones.
El pensamiento en torno al cual se estructura la Epístola a los Efesios es la unidad de la iglesia y de toda la creación bajo el gobierno de Cristo resucitado (1.20-22a), en quien se han de «reunir todas las cosas... en la dispensación del cumplimiento de los tiempos» (1.9-10). Este es el propósito de Dios, mantenido en el secreto de su sabiduría (3.10), el cual ahora ha de ser revelado universalmente por medio de la iglesia (3.10-11).
Contenido y estructura
El texto de la carta consta de dos secciones principales. La primera (1.3—3.21), de índole doctrinal, se presenta a continuación de unas palabras iniciales de saludo (1.1-2). La segunda (4.1—6.20) contiene una serie de exhortaciones a vivir de acuerdo con la vocación y la fe cristiana. Por último, un breve epílogo pone punto final a la carta (6.21-24).
La sección doctrinal comienza con una alabanza a Dios (1.3-14), que nos escogió en Cristo desde antes de la creación (v. 4) y nos predestinó «para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo» (v. 5). Esa elección y destino pertenecen al «misterio de su voluntad» divina, ahora manifestado, de que tanto judíos como gentiles son llamados a participar de los beneficios de la redención (1.7; 2.11-22).
En una oración de gratitud y súplica por la fe y el amor de los efesios (1.15-23), Pablo evoca la grandeza del poder de Dios (1.19) y el señorío único y definitivo de Jesucristo, cabeza de «la iglesia... plenitud de Aquel que todo lo llena en todo» (1.22-23).
El capítulo 2 recuerda a los lectores que, aunque antes estaban muertos en sus «delitos y pecados» (2.1-3), ahora son salvos por gracia (2.5) y forman parte de un pueblo único, en el que no hay diferencias de clase ni enemistades de raza (2.14-16), pues todos en él pertenecen a la familia de Dios (2.19-22).
El misterio de la salvación de los no judíos fue revelado por el Espíritu a los santos apóstoles y profetas de Cristo (3.5). Y también lo ha sido a Pablo (3.3), ministro como ellos, escogido por Dios para anunciar el evangelio a los gentiles (3.8).
En la segunda sección, el apóstol exhorta a guardar «la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (4.3-6), lo que en nada se opone a la diversidad de los dones espirituales que deben estar siempre presentes en la iglesia (4.7-16; cf. 1 Co. 12).
La vocación cristiana ha de manifestarse en la renovación profunda de la persona, con el abandono de los antiguos hábitos perniciosos y haciendo concordar pensamientos, palabras y actitudes con la realidad de la nueva vida en Cristo (4.22-24). Los principios del Espíritu: «bondad, justicia y verdad» (5.9), deben gobernar el corazón de los creyentes y presidir todas sus relaciones humanas: de esposas y esposos, de padres e hijos, y aun de amos y esclavos (5.21—6.9).
Particularmente importante es el pasaje 5.21-33, donde el autor establece un paralelismo entre la unidad esencial de Cristo y su iglesia y la figura del matrimonio.
La sección concluye con una exhortación a luchar contra el mal. La indumentaria y las armas del soldado inspiran a Pablo la figura militar que hallamos en 6.10-20, con la cual, más una última nota de despedida, termina el cuerpo central de la carta.
Fecha y lugar de redacción
Como ocurre con otros textos epistolares del NT, tampoco hay unanimidad de criterio respecto a la fecha y al lugar de redacción de esta epístola, incluida en el grupo de las llamadas «de la prisión» (véase Introducción a las Epístolas) a causa del testimonio del autor sobre su situación personal (3.1; 4.1). Teniendo presente esta clara referencia a su cautividad, se ha pensado que la carta fue redactada en Roma, entre los años 60 y 61 d.C.
Por otra parte, Efesios ofrece algunas peculiaridades literarias, de vocabulario y de perspectiva teológica que la diferencian de los demás escritos paulinos, a excepción de la Epístola a los Colosenses, con la que tiene muchas afinidades en temas, conceptos y expresión.
Esquema del contenido:
Prólogo: Salutación (1.1-2)
1. La obra salvadora de Dios (1.3—3.21)
2. La vida cristiana (4.1—6.20)
Epílogo: Salutaciones finales (6.21-24)

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