Persiguiendo La VerdadSample

Has resplandecer tu rostro sobre nosotros
Salmo 80
El escritor del Salmo 80, que se atribuye a Asaf, habría estado muy familiarizado con la bendición sacerdotal en Números 6:24–26: «¡Que el Señor te bendiga, y te cuide! ¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia! ¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti paz». Esta bendición fue transmitida durante siglos por los sacerdotes israelitas.
La idea de que el Señor hace resplandecer su rostro se repite tres veces en el Salmo 80, en los versículos 3, 7 y 19. El salmista le ruega a Dios: «Oh Dios, restáuranos; haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos» (Sal. 80:3). ¿Cómo Dios hace resplandecer su rostro y qué significa cuando lo hace? Vamos a considerar estos interrogantes.
Puesto que los israelitas estaban tan familiarizados con la bendición sacerdotal, es muy probable que ellos asociaran esa bendición con experimentar la presencia de Dios en su vida. Charles Spurgeon, el conocido predicador, dijo: «Nuestro temor principal es el retiro de la presencia de Dios, y nuestra primordial esperanza es la perspectiva de su retorno».[3] Pedir a Dios «haz resplandecer tu rostro sobre nosotros» es paralelo a pedir que la presencia de Dios esté con nosotros.

Muchas veces, en los acontecimientos bíblicos, las personas rogaron a Dios que no escondiera su rostro (Job 13:24, Salmos 27:9, 44:24, 69:17, 88:14, 102:2, 143:7). En el Salmo 80, el escritor pregunta a Dios hasta cuándo mostraría su indignación (v.4) y le pide que restaure al pueblo de Israel. En el versículo 14, el escritor ruega: «Oh Dios de los ejércitos, vuelve por favor».

¿Siente que la presencia de Dios está lejos de usted hoy? Tal vez usted ha tenido un tiempo de mucho trabajo o desánimo que le ha hecho sentir como si Dios no estuviera a su lado. Anímese porque usted puede orar, como hizo el escritor de este salmo, que Dios haga resplandecer su rostro sobre usted y lo restaure. Él está cerca; basta que ore y Dios oirá su ruego y lo hará participar de su presencia.