℗ Hosanna y Sociedades Bíblicas Unidas, 2005

Spanish - Dios Habla Hoy 2005 (Drama NT)

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 <div class="chapter ch15" data-usfm="LUK.15">
 <div class="label">15</div><div class="s1">La par&#225;bola del pastor que encuentra su oveja#15.1-7 Las tres par&#225;bolas del cap. 15 forman una unidad literaria, en la que Jes&#250;s contesta a los fariseos que lo criticaban por tratar con gente de mala fama (vv. 1-2). El punto culminante se encuentra en la conclusi&#243;n de la tercera par&#225;bola (vv. 25-32).</div><div class="r">(Mt 18.10-14)</div><div class="p"> 1Todos los que cobraban impuestos para Roma y otra gente de mala fama se acercaban a Jes&#250;s, para o&#237;rlo. 2Los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban por esto, diciendo:</div><div class="p">&#8212;Este recibe a los pecadores#15.2 Pecadores: o gente de mala fama (Mt 9.10 nota). y come con ellos.#15.1-2 Lc 5.29-30; 19.7.</div><div class="p"> 3Entonces Jes&#250;s les dijo esta par&#225;bola: 4&#171;&#191;Qui&#233;n de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida, hasta encontrarla?#15.4-7 La imagen del pastor y sus ovejas es t&#237;pica del AT (Is 40.11; Ez 34); v&#233;ase Jn 10.11&#160;n. 5Y cuando la encuentra, contento la pone sobre sus hombros, 6y al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos, y les dice: &#8220;Al&#233;grense conmigo, porque ya encontr&#233; la oveja que se me hab&#237;a perdido.&#8221;#15.6 Los verbos perder, encontrar y alegrarse, que se repiten en cada una de las tres par&#225;bolas del cap. 15 (vv. 6,9,32) dan unidad al discurso y recalcan su tema unitario (v&#233;ase 15.1-7&#160;n.). 7Les digo que as&#237; tambi&#233;n hay m&#225;s alegr&#237;a en el cielo por un pecador que se convierte#15.7 En el cielo: posible alusi&#243;n a Dios mismo; v&#233;ase Mt 3.2 nota. que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.#15.7 Justos: Jes&#250;s parece referirse, con iron&#237;a, a los que se creen buenos y no ven la necesidad de volverse a Dios (cf. v. 2).</div><div class="s1">La par&#225;bola de la mujer que encuentra su moneda</div><div class="p"> 8&#187;O bien, &#191;qu&#233; mujer que tiene diez monedas#15.8 Diez monedas: Lit. diez dracmas; moneda de valor aproximado al del denario (v&#233;ase Tabla de pesas, monedas y medidas). y pierde una de ellas, no enciende una l&#225;mpara y barre la casa buscando con cuidado hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, re&#250;ne a sus amigas y vecinas, y les dice: &#8220;Al&#233;grense conmigo, porque ya encontr&#233; la moneda que hab&#237;a perdido.&#8221;#15.9 Al&#233;grense... encontr&#233;... perdido: V&#233;ase 15.6&#160;n. 10Les digo que as&#237; tambi&#233;n hay alegr&#237;a entre los &#225;ngeles de Dios por un pecador que se convierte.&#187;</div><div class="s1">La par&#225;bola del padre que recobra a su hijo</div><div class="p"> 11Jes&#250;s cont&#243; esto tambi&#233;n: &#171;Un hombre ten&#237;a dos hijos, 12y el m&#225;s joven le dijo a su padre: &#8220;Padre, dame la parte de la herencia que me toca.&#8221; Entonces el padre reparti&#243; los bienes entre ellos.#15.12 Seg&#250;n la ley mosaica (Dt 21.17), al hijo mayor le correspond&#237;a doble parte de la herencia. Aunque los bienes normalmente se repart&#237;an despu&#233;s de muerto el padre, en casos especiales &#233;ste pod&#237;a hacer el reparto en vida. Cf. Lc 12.13&#160;n. 13Pocos d&#237;as despu&#233;s el hijo menor vendi&#243; su parte de la propiedad, y con ese dinero#15.13 Vendi&#243;... dinero: La expresi&#243;n griega puede traducirse literalmente por lo junt&#243; todo, pero en contextos comerciales significa lo convirti&#243; en efectivo. se fue lejos, a otro pa&#237;s, donde todo lo derroch&#243; llevando una vida desenfrenada. 14Pero cuando ya se lo hab&#237;a gastado todo, hubo una gran escasez de comida en aquel pa&#237;s, y &#233;l comenz&#243; a pasar hambre. 15Fue a pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mand&#243; a sus campos a cuidar cerdos. 16Y ten&#237;a ganas de llenarse con las algarrobas que com&#237;an los cerdos, pero nadie se las daba.#15.15-16 Puesto que los cerdos eran animales impuros para los jud&#237;os (Lv 11.7-8; Dt 14.8), puede suponerse que el patr&#243;n no era jud&#237;o. El cuidar cerdos era el trabajo m&#225;s despreciable que un jud&#237;o pudiera imaginar; m&#225;s degradante a&#250;n ser&#237;a compartir con ellos la comida (v. 16). Algarrobas: fruto, en forma de vaina, del algarrobo, &#225;rbol com&#250;n en Palestina; estas vainas serv&#237;an de alimento a los animales, y la gente sin recursos tambi&#233;n las com&#237;a en casos de necesidad. 17Al fin se puso a pensar: &#8220;&#161;Cu&#225;ntos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aqu&#237; me muero de hambre! 18Regresar&#233; a casa de mi padre, y le dir&#233;: Padre m&#237;o, he pecado contra Dios y contra ti; 19ya no merezco llamarme tu hijo; tr&#225;tame como a uno de tus trabajadores.&#8221; 20As&#237; que se puso en camino y regres&#243; a la casa de su padre.</div><div class="p">&#187;Cuando todav&#237;a estaba lejos, su padre lo vio y sinti&#243; compasi&#243;n de &#233;l. Corri&#243; a su encuentro, y lo recibi&#243; con abrazos y besos. 21El hijo le dijo: &#8220;Padre m&#237;o, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.&#8221; 22Pero el padre orden&#243; a sus criados: &#8220;Saquen pronto la mejor ropa y v&#237;stanlo; p&#243;nganle tambi&#233;n un anillo en el dedo y sandalias en los pies.#15.22 El padre le restituye los s&#237;mbolos de su categor&#237;a de hijo: el anillo, signo de autoridad, y las sandalias, signo de hombre libre (los esclavos andaban descalzos). 23Traigan el becerro m&#225;s gordo y m&#225;tenlo. &#161;Vamos a celebrar esto con un banquete! 24Porque este hijo m&#237;o estaba muerto y ha vuelto a vivir; se hab&#237;a perdido y lo hemos encontrado.&#8221; Comenzaron la fiesta.</div><div class="p"> 25&#187;Entre tanto, el hijo mayor#15.25-32 Al concluir la par&#225;bola con la actitud del hijo mayor, Jes&#250;s pone de relieve la actitud de los fariseos y maestros de la ley, a la cual responde con estas par&#225;bolas (v&#233;ase 15.1-7&#160;n.). estaba en el campo. Cuando regres&#243; y lleg&#243; cerca de la casa, oy&#243; la m&#250;sica y el baile. 26Entonces llam&#243; a uno de los criados y le pregunt&#243; qu&#233; pasaba. 27El criado le dijo: &#8220;Es que su hermano ha vuelto; y su padre ha mandado matar el becerro m&#225;s gordo, porque lo recobr&#243; sano y salvo.&#8221; 28Pero tanto se enoj&#243; el hermano mayor, que no quer&#237;a entrar, as&#237; que su padre tuvo que salir a rogarle que lo hiciera. 29Le dijo a su padre: &#8220;T&#250; sabes cu&#225;ntos a&#241;os te he servido, sin desobedecerte nunca, y jam&#225;s me has dado ni siquiera un cabrito para tener una comida con mis amigos. 30En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas para &#233;l el becerro m&#225;s gordo.&#8221;</div><div class="p"> 31&#187;El padre le contest&#243;: &#8220;Hijo m&#237;o, t&#250; siempre est&#225;s conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32Pero hab&#237;a que celebrar esto con un banquete y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a vivir; se hab&#237;a perdido y lo hemos encontrado.&#8221;&#187;#15.32 Alegrarnos... perdido... encontrado: los mismos t&#233;rminos de los vv. 6 y 9, pero dirigidos ahora al hijo mayor y aplicados, con fina iron&#237;a, a los mismos dirigentes religiosos que se jactaban de haberse conservado fieles a la ley de Dios (cf. v. 31).</div>
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Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.

Todos los que cobraban impuestos para Roma y otra gente de mala fama se acercaban a Jesús, para oírlo. Los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban por esto, diciendo:
—Este recibe a los pecadores y come con ellos.
Entonces Jesús les dijo esta parábola: «¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, contento la pone sobre sus hombros, y al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido.” Les digo que así también hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

»O bien, ¿qué mujer que tiene diez monedas y pierde una de ellas, no enciende una lámpara y barre la casa buscando con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que había perdido.” Les digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte.»

Jesús contó esto también: «Un hombre tenía dos hijos, y el más joven le dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me toca.” Entonces el padre repartió los bienes entre ellos. Pocos días después el hijo menor vendió su parte de la propiedad, y con ese dinero se fue lejos, a otro país, donde todo lo derrochó llevando una vida desenfrenada. Pero cuando ya se lo había gastado todo, hubo una gran escasez de comida en aquel país, y él comenzó a pasar hambre. Fue a pedir trabajo a un hombre del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Y tenía ganas de llenarse con las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Al fin se puso a pensar: “¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores.” Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre.
»Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos. El hijo le dijo: “Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo.” Pero el padre ordenó a sus criados: “Saquen pronto la mejor ropa y vístanlo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el becerro más gordo y mátenlo. ¡Vamos a celebrar esto con un banquete! Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.” Comenzaron la fiesta.
»Entre tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Cuando regresó y llegó cerca de la casa, oyó la música y el baile. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. El criado le dijo: “Es que su hermano ha vuelto; y su padre ha mandado matar el becerro más gordo, porque lo recobró sano y salvo.” Pero tanto se enojó el hermano mayor, que no quería entrar, así que su padre tuvo que salir a rogarle que lo hiciera. Le dijo a su padre: “Tú sabes cuántos años te he servido, sin desobedecerte nunca, y jamás me has dado ni siquiera un cabrito para tener una comida con mis amigos. En cambio, ahora llega este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas para él el becerro más gordo.”
»El padre le contestó: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero había que celebrar esto con un banquete y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.”»

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