℗ Hosanna y Sociedades Bíblicas Unidas, 2005

Spanish - Dios Habla Hoy 2005 (Drama NT)

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 <div class="chapter ch4" data-usfm="ACT.4">
 <div class="label">4</div><div class="s1">Pedro y Juan ante las autoridades</div><div class="p"> 1Todav&#237;a Pedro y Juan estaban habl&#225;ndole a la gente, cuando llegaron los sacerdotes, con el jefe de la guardia del templo y con los saduceos.#4.1 En el Sanedr&#237;n, o Junta Suprema de los jud&#237;os, ten&#237;an gran influencia los saduceos, miembros de un partido religioso que negaba la resurrecci&#243;n; v&#233;anse Mt 22.23&#160;n.; Hch 23.6-8&#160;n. e Introducci&#243;n al NT (26-30). 2Estaban enojados porque Pedro y Juan ense&#241;aban a la gente y dec&#237;an que la resurrecci&#243;n de los muertos hab&#237;a quedado demostrada en el caso de Jes&#250;s. 3Los arrestaron y, como ya era tarde, los metieron en la c&#225;rcel hasta el d&#237;a siguiente. 4Pero muchos de los que hab&#237;an escuchado el mensaje, creyeron; y el n&#250;mero de creyentes, contando solamente los hombres, lleg&#243; a cerca de cinco mil.#4.4 El autor hace aqu&#237;, como en otras partes de su libro, una especie de balance de los resultados; la iglesia, a pesar de las contradicciones, iba creciendo (cf. tambi&#233;n 5.14; 6.7; 11.24).</div><div class="p"> 5Al d&#237;a siguiente se reunieron en Jerusal&#233;n los jefes de los jud&#237;os, los ancianos y los maestros de la ley.#4.5 Sobre Ancianos y Maestros de la ley, v&#233;anse &#205;ndice tem&#225;tico e Introducci&#243;n al NT (30,44-45). 6All&#237; estaban tambi&#233;n el sumo sacerdote An&#225;s, Caif&#225;s,#4.6 El sumo sacerdote era presidente de la Junta Suprema. Caif&#225;s lo era oficialmente, pero su suegro An&#225;s conservaba el t&#237;tulo honorario y el prestigio del puesto (Lc 3.2 nota). Juan, Alejandro y todos los que pertenec&#237;an a la familia de los sumos sacerdotes. 7Ordenaron que les llevaran a Pedro y a Juan, y poni&#233;ndolos en medio de ellos les preguntaron:</div><div class="p">&#8212;&#191;Con qu&#233; autoridad, o en nombre de qui&#233;n han hecho ustedes estas cosas?#4.7 Los de la Junta Suprema le hab&#237;an hecho la misma pregunta a Jes&#250;s, tambi&#233;n en el templo (Mt 21.23 y paralelos); v&#233;ase 4.11&#160;n.</div><div class="p"> 8Pedro, lleno del Esp&#237;ritu Santo, les contest&#243;:#4.8 Primer cumplimiento de la profec&#237;a de Mt 10.17-20; Mc 13.9-11; Lc 12.11-12.</div><div class="p">&#8212;Jefes del pueblo y ancianos: 9ustedes nos preguntan acerca del bien hecho a un enfermo, para saber de qu&#233; manera ha sido sanado. 10Pues bien, declaramos ante ustedes y ante todo el pueblo de Israel que este hombre que est&#225; aqu&#237;, delante de todos, ha sido sanado en el nombre de Jesucristo de Nazaret, el mismo a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucit&#243;. 11Este Jes&#250;s es la piedra que ustedes los constructores despreciaron, pero que se ha convertido en la piedra principal.#4.11 Alusi&#243;n al Sal 118.22. Jes&#250;s hab&#237;a citado tambi&#233;n este salmo, en respuesta a la misma pregunta. V&#233;ase Mc 12.10-11&#160;n. 12En ning&#250;n otro hay salvaci&#243;n, porque en todo el mundo Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos salvarnos.#4.12 Salvarnos: Se hace un juego de palabras con los dos sentidos de un mismo verbo griego, que significa tanto salvar como sanar (v. 9).</div><div class="p"> 13Cuando las autoridades vieron la valent&#237;a con que hablaban Pedro y Juan, y se dieron cuenta de que eran hombres sin estudios ni cultura, se quedaron sorprendidos, y reconocieron que eran disc&#237;pulos de Jes&#250;s.#4.13 Sin estudios: es decir, que no hab&#237;an estudiado con los rabinos; cf. Jn 7.15. Eran disc&#237;pulos de Jes&#250;s: Lit. hab&#237;an estado con Jes&#250;s. 14Adem&#225;s, el que hab&#237;a sido sanado estaba all&#237; con ellos, y por eso no pod&#237;an decir nada en contra. 15Entonces los mandaron salir de la reuni&#243;n, y se quedaron discutiendo unos con otros. 16Dec&#237;an:</div><div class="p">&#8212;&#191;Qu&#233; vamos a hacer con estos hombres? Todos los habitantes de Jerusal&#233;n saben que han hecho esta se&#241;al milagrosa, y no lo podemos negar. 17Pero a fin de que este asunto no siga corriendo de boca en boca, vamos a amenazarlos, para que de aqu&#237; en adelante no hablen en el nombre de Jes&#250;s a nadie.</div><div class="p"> 18As&#237; que los llamaron y les ordenaron que no hablaran ni ense&#241;aran nada acerca del nombre de Jes&#250;s. 19Pero Pedro y Juan les contestaron:</div><div class="p">&#8212;Juzguen ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en lugar de obedecerlo a &#233;l.#Hch 5.29. 20Nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y o&#237;do.#Hch 22.15; 26.16.</div><div class="p"> 21Las autoridades los amenazaron, pero los dejaron libres. No encontraron c&#243;mo castigarlos, porque toda la gente alababa a Dios por lo que hab&#237;a pasado. 22El hombre que fue sanado de esta manera milagrosa, ten&#237;a m&#225;s de cuarenta a&#241;os.</div><div class="s1">Los creyentes piden confianza y valor</div><div class="p"> 23Pedro y Juan, ya puestos en libertad, fueron a reunirse con sus compa&#241;eros y les contaron todo lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les hab&#237;an dicho. 24Despu&#233;s de haberlos o&#237;do, todos juntos oraron a Dios, diciendo: &#171;Se&#241;or, t&#250; que hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos,#4.24 Ex 20.11; Neh 9.6; Sal 146.6. La oraci&#243;n de 4.24-30 tiene semejanza con la del rey Ezequ&#237;as en Is 37.16-20. 25dijiste por medio del Esp&#237;ritu Santo y por boca de nuestro patriarca David, tu siervo:</div><div class="q1">&#8220;&#191;Por qu&#233; se alborotan los pueblos?</div><div class="q1">&#191;Por qu&#233; hacen planes sin sentido?</div><div class="q1"> 26Los reyes y gobernantes de la tierra</div><div class="q1">se rebelan, y juntos conspiran</div><div class="q1">contra el Se&#241;or y contra su escogido, el Mes&#237;as.&#8221;#Sal 2.1-2.</div><div class="p"> 27&#187;Es un hecho que Herodes y Poncio Pilato#4.27 Herodes: Lc 23.7-11. Pilato: Mt 27.1-2 y paralelos. se juntaron aqu&#237;, en esta ciudad, con los extranjeros y los israelitas, contra tu santo siervo#4.27,30 Siervo: V&#233;ase Hch 3.13 nota. Jes&#250;s, a quien escogiste como Mes&#237;as. 28De esta manera, ellos hicieron todo lo que t&#250; en tus planes ya hab&#237;as dispuesto que ten&#237;a que suceder. 29Ahora, Se&#241;or, f&#237;jate en sus amenazas y concede a tus siervos que anuncien tu mensaje sin miedo. 30Muestra tu poder sanando a los enfermos y haciendo se&#241;ales y milagros en el nombre de tu santo siervo Jes&#250;s.&#187;</div><div class="p"> 31Cuando acabaron de orar, el lugar donde estaban reunidos tembl&#243;;#4.31 Tembl&#243;:: se&#241;al de que Dios hab&#237;a o&#237;do su oraci&#243;n; cf. Ex 19.18; Is 6.4. y todos fueron llenos del Esp&#237;ritu Santo,#4.31 Cf. lo sucedido en Pentecost&#233;s (Hch 2.2-4). y anunciaban abiertamente el mensaje de Dios.</div><div class="s1">Todas las cosas eran de todos</div><div class="p"> 32Todos los creyentes, que eran muchos, pensaban y sent&#237;an de la misma manera. Ninguno dec&#237;a que sus cosas fueran solamente suyas, sino que eran de todos.#4.32 V&#233;ase Hch 2.43-47&#160;n. 33Los ap&#243;stoles segu&#237;an dando un poderoso testimonio de la resurrecci&#243;n del Se&#241;or Jes&#250;s, y Dios los bendec&#237;a mucho a todos. 34No hab&#237;a entre ellos ning&#250;n necesitado,#4.34 Cf. Dt 15.4. porque quienes ten&#237;an terrenos o casas, los vend&#237;an, y el dinero 35lo pon&#237;an a disposici&#243;n de los ap&#243;stoles, para repartirlo entre todos seg&#250;n las necesidades de cada uno.#Hch 2.45. 36Tal fue el caso de un levita#4.36 Levita: V&#233;anse Lc 10.32&#160;n. e &#205;ndice tem&#225;tico. llamado Jos&#233;, natural de la isla de Chipre,#4.36 Chipre: isla del Mediterr&#225;neo, donde hab&#237;a una importante comunidad jud&#237;a (cf. Hch 11.19). a quien los ap&#243;stoles pusieron por sobrenombre Bernab&#233;, (que significa: &#171;Hijo de consolaci&#243;n&#187;).#4.36 &#171;Hijo de consolaci&#243;n&#187;: expresi&#243;n sem&#237;tica que significa uno que consuela (o que exhorta; Hch 11.23&#160;n.). 37Este hombre ten&#237;a un terreno, y lo vendi&#243; y puso el dinero a disposici&#243;n de los ap&#243;stoles.</div>
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Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.

Todavía Pedro y Juan estaban hablándole a la gente, cuando llegaron los sacerdotes, con el jefe de la guardia del templo y con los saduceos. Estaban enojados porque Pedro y Juan enseñaban a la gente y decían que la resurrección de los muertos había quedado demostrada en el caso de Jesús. Los arrestaron y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Pero muchos de los que habían escuchado el mensaje, creyeron; y el número de creyentes, contando solamente los hombres, llegó a cerca de cinco mil.
Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los maestros de la ley. Allí estaban también el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y todos los que pertenecían a la familia de los sumos sacerdotes. Ordenaron que les llevaran a Pedro y a Juan, y poniéndolos en medio de ellos les preguntaron:
—¿Con qué autoridad, o en nombre de quién han hecho ustedes estas cosas?
Pedro, lleno del Espíritu Santo, les contestó:
—Jefes del pueblo y ancianos: ustedes nos preguntan acerca del bien hecho a un enfermo, para saber de qué manera ha sido sanado. Pues bien, declaramos ante ustedes y ante todo el pueblo de Israel que este hombre que está aquí, delante de todos, ha sido sanado en el nombre de Jesucristo de Nazaret, el mismo a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó. Este Jesús es la piedra que ustedes los constructores despreciaron, pero que se ha convertido en la piedra principal. En ningún otro hay salvación, porque en todo el mundo Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos salvarnos.
Cuando las autoridades vieron la valentía con que hablaban Pedro y Juan, y se dieron cuenta de que eran hombres sin estudios ni cultura, se quedaron sorprendidos, y reconocieron que eran discípulos de Jesús. Además, el que había sido sanado estaba allí con ellos, y por eso no podían decir nada en contra. Entonces los mandaron salir de la reunión, y se quedaron discutiendo unos con otros. Decían:
—¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Todos los habitantes de Jerusalén saben que han hecho esta señal milagrosa, y no lo podemos negar. Pero a fin de que este asunto no siga corriendo de boca en boca, vamos a amenazarlos, para que de aquí en adelante no hablen en el nombre de Jesús a nadie.
Así que los llamaron y les ordenaron que no hablaran ni enseñaran nada acerca del nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les contestaron:
—Juzguen ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en lugar de obedecerlo a él. Nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.
Las autoridades los amenazaron, pero los dejaron libres. No encontraron cómo castigarlos, porque toda la gente alababa a Dios por lo que había pasado. El hombre que fue sanado de esta manera milagrosa, tenía más de cuarenta años.

Pedro y Juan, ya puestos en libertad, fueron a reunirse con sus compañeros y les contaron todo lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Después de haberlos oído, todos juntos oraron a Dios, diciendo: «Señor, tú que hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, dijiste por medio del Espíritu Santo y por boca de nuestro patriarca David, tu siervo:
“¿Por qué se alborotan los pueblos?
¿Por qué hacen planes sin sentido?
Los reyes y gobernantes de la tierra
se rebelan, y juntos conspiran
contra el Señor y contra su escogido, el Mesías.”
»Es un hecho que Herodes y Poncio Pilato se juntaron aquí, en esta ciudad, con los extranjeros y los israelitas, contra tu santo siervo Jesús, a quien escogiste como Mesías. De esta manera, ellos hicieron todo lo que tú en tus planes ya habías dispuesto que tenía que suceder. Ahora, Señor, fíjate en sus amenazas y concede a tus siervos que anuncien tu mensaje sin miedo. Muestra tu poder sanando a los enfermos y haciendo señales y milagros en el nombre de tu santo siervo Jesús.»
Cuando acabaron de orar, el lugar donde estaban reunidos tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y anunciaban abiertamente el mensaje de Dios.

Todos los creyentes, que eran muchos, pensaban y sentían de la misma manera. Ninguno decía que sus cosas fueran solamente suyas, sino que eran de todos. Los apóstoles seguían dando un poderoso testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía mucho a todos. No había entre ellos ningún necesitado, porque quienes tenían terrenos o casas, los vendían, y el dinero lo ponían a disposición de los apóstoles, para repartirlo entre todos según las necesidades de cada uno. Tal fue el caso de un levita llamado José, natural de la isla de Chipre, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé, (que significa: «Hijo de consolación»). Este hombre tenía un terreno, y lo vendió y puso el dinero a disposición de los apóstoles.

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