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Autocuidado bíblico (Parte 4)

Gran parte de nuestro trabajo consiste en agradar a la gente, ¿no es así? Trabajamos muy duro en proyectos escolares porque queremos que el maestro se dé cuenta de nuestro potencial. Llegamos temprano o nos quedamos hasta tarde en nuestros trabajos porque queremos impresionar a nuestros gerentes. Tenemos fiestas de cumpleaños en Pinterest, filtramos nuestras selfies en las redes sociales y somos voluntarios para seis cosas porque queremos que la gente piense que somos buenas madres, buenas personas y buenos miembros de la iglesia. ¡Hacer que le gustemos a la gente es trabajo!

Así no es cómo funciona con Jesús (¡gracias a Dios!). La buena noticia de la fe cristiana es que agradar a Dios no se basa en cuánto trabaja, sino en la obra de Jesús. En lugar de establecer una carrera de obstáculos espirituales al cielo y hacerle sudar, Jesús hizo el trabajo por usted.

¿Recuerda a Jesús la noche antes de morir? Fue su temporada de sufrimiento, y le amaba tanto que no se rindió hasta que el trabajo estuvo terminado. No le importaba el autocuidado o Él mismo en ese momento, porque se preocupaba por usted. Él terminó su obra de perdonar sus pecados para que su relación con Dios no se tratara de obras.

Hacer que le gustemos a la gente puede ser agotador, pero Jesús nos ofrece la gracia del descanso eterno. "Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma" (Mateo 11:28,29).

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