Por sus heridasMuestra

¡Flagelado!

Cada historia necesita un villano para que el héroe brille. Seguro no es difícil encontrar villanos en las historias de cuaresma sobre el sufrimiento de Jesús: discípulos despistados e infieles, fariseos de corazón duro, saduceos que protegen sus posiciones privilegiadas, soldados crueles e inhumanos y un gobernador imperial cínico. A esta lista se podrían agregar nuestros nombres, porque fueron nuestros pecados los que hicieron necesaria la terrible prueba de Jesús.

También puedes agregar el nombre de Dios a la lista- ¿Qué? ¿Dios causó el sufrimiento de Jesús? Sí. Detrás del látigo del azote estaba la mano de Dios, que derramaba sobre Su Hijo el juicio, la ira y el castigo por los pecados del mundo entero. Las intuiciones proféticas de Isaías nos permiten ver lo que realmente estaba sucediendo en Jerusalén el Viernes Santo: “Pero al Señor le pareció bien quebrantarlo y hacerlo padecer. Cuando se haya presentado a sí mismo como ofrenda para la expiación de pecado, verá a su descendencia, tendrá una larga vida, y por medio de él se verá prosperada la voluntad del Señor” (Isaías 53:10).

A medida que te ves obligado a visualizar los latigazos de cuero golpeando la espalda desnuda de Jesús, primero levantando ronchas rojas, luego sacando sangre y finalmente desgarrando la carne, date cuenta de cuán malo es el pecado: tu pecado. Así es el infierno, y Jesús se ofreció a experimentarlo para que tú no tengas que hacerlo. Si Dios realmente cumplió e hizo esto con Su Hijo, ciertamente hará lo que dice que hará con los incrédulos en el último día.

El precio fue pagado. Jesús pudo ver a Su descendencia (tú y yo) y vivir de nuevo.