Minimalismo cristiano: Pasos simples para vivir abundantementeMuestra
Día 5- Crecimiento espiritual
Ser un seguidor de Jesús significa cultivar nuestra relación con Dios. Es una parte natural de quienes somos. Jesús mismo dedicó tiempo para orar, incluso cuando estaba ocupado viajando y enseñando, y haciendo el ministerio. Porque tenemos al Espirítu Santo viviendo en nosotros, somos capaces de escuchar la orientación e inspiración del Espríritu incluso en nuestra vida diaria (1 Corintios 3:16).
Sabemos que crecer en nuestra relación con Dios es uno de los aspectos más importantes de ser cristiano, pero muy a menudo otras cosas terminan interponiéndose. Los cristianos minimalistas se proponen como una prioridad el crecimiento espiritual y eliminar aquellas cosas.
Gran parte de nuestra sociedad de consumo está acumulando cosas. Las cosas que acumulamos son en realidad basura; estamos rodeados de nuestros desperdicios: los desperdicios de nuestro tiempo, dinero y recursos dados por Dios. Y estos desperdicios rápidamente comienzan a levantarse y a contaminar el resto de nuestras vidas. Pueden incluso impedirnos tener una plena relación con Jesús.
Así como leemos en Filipenses 3:7-8, Pablo renunció a la basura en su vida, para poder tener una relación plena con Jesucristo. Pablo es un cristiano minimalista. Reconociendo que una relación con Jesús era lo más importante, él se desprendió de toda la basura inútil que lo apartaba de Dios. Él priorizó a Jesús por sobre todo lo demás, incluso por sobre lo que la sociedad esperaba de él.
¿De qué forma el Espíritu Santo te inspira a “quitar la basura” de tu vida para enfocarte de verdad en Dios y tu crecimiento espiritual?
Escrituras
Acerca de este Plan
Todos sabemos que nuestro propósito en la vida no se trata de acumular posesiones, riqueza, poder, o prestigio--Jesús es muy claro sobre eso--pero la sociedad nos cuenta otra historia. El minimalismo cristiano intenta romper con las suposiciones y mentiras que nos dice la sociedad sobre cómo debe ser la vida e invita a los lectores a vivir una vida como Jesús nos enseña: intencionalmente, libre de desorden físico, espiritual y emocional.
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