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S. Juan 6:40-71

S. Juan 6:40-71 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a su Hijo y crean en él tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final. Entonces la gente comenzó a murmurar en desacuerdo, porque él había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo». Ellos se decían: «¿Acaso no es este Jesús, el hijo de José? Conocemos a su padre y a su madre. ¿Y ahora cómo puede decir: “Yo descendí del cielo”?». Jesús les contestó: «Dejen de quejarse por lo que dije. Pues nadie puede venir a mí a menos que me lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. Como dicen las Escrituras: “A todos les enseñará Dios”. Todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí. (No es que alguien haya visto al Padre; solamente yo lo he visto, el que Dios envió). »Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna. ¡Sí, yo soy el pan de vida! Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos murieron, sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne». Entonces la gente comenzó a discutir entre sí sobre lo que él quería decir. «¿Cómo puede este hombre darnos de comer su carne?», se preguntaban. Por eso Jesús volvió a decir: «Les digo la verdad, a menos que coman la carne del Hijo del Hombre y beban su sangre, no podrán tener vida eterna en ustedes; pero todo el que coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Pues mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Todo el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Yo vivo gracias al Padre viviente que me envió; de igual manera, todo el que se alimente de mí vivirá gracias a mí. Yo soy el pan verdadero que descendió del cielo. El que coma de este pan no morirá —como les pasó a sus antepasados a pesar de haber comido el maná— sino que vivirá para siempre». Jesús dijo esas cosas mientras enseñaba en la sinagoga de Capernaúm. Muchos de sus discípulos decían: «Esto es muy difícil de entender. ¿Cómo puede alguien aceptarlo?». Jesús estaba consciente de que sus discípulos se quejaban, así que les dijo: «¿Acaso esto los ofende? ¿Qué pensarán, entonces, si ven al Hijo del Hombre ascender al cielo otra vez? Solo el Espíritu da vida eterna; los esfuerzos humanos no logran nada. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida, pero algunos de ustedes no me creen». (Pues Jesús sabía, desde un principio, quiénes eran los que no creían y también quién lo traicionaría). Entonces les dijo: «Por eso dije que nadie puede venir a mí a menos que el Padre me lo entregue». A partir de ese momento, muchos de sus discípulos se apartaron de él y lo abandonaron. Entonces Jesús, mirando a los Doce, les preguntó: —¿Ustedes también van a marcharse? Simón Pedro le contestó: —Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes las palabras que dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios. Entonces Jesús dijo: —Yo los elegí a ustedes doce, pero hay uno de ustedes que es un diablo. Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, quien más tarde lo traicionaría.

S. Juan 6:40-71 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que ve al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Entonces los judíos comenzaron a murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó del cielo». Y se decían: «¿Acaso no es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que sale diciendo: “Yo bajé del cielo”?». —Dejen de murmurar —respondió Jesús—. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. En los Profetas está escrito: “A todos los instruirá Dios”. En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende de él viene a mí. Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; solo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto; sin embargo, murieron. Pero este es el pan que baja del cielo; el que come de él no muere. Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne y lo daré para que el mundo viva. Los judíos comenzaron a disputar acaloradamente entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». —Les aseguro —afirmó Jesús— que, si no comen la carne del Hijo del hombre ni beben su sangre, no tienen realmente vida. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí. Este es el pan que bajó del cielo. Los antepasados de ustedes comieron maná y murieron, pero el que come de este pan vivirá para siempre. Todo esto lo dijo Jesús mientras enseñaba en la sinagoga de Capernaúm. Al escucharlo, muchos de sus discípulos exclamaron: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?». Jesús, muy consciente de que sus discípulos murmuraban por lo que había dicho, les reprochó: —¿Esto les causa tropiezo? ¿Qué tal si vieran al Hijo del hombre subir adonde antes estaba? El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida. Sin embargo, hay algunos de ustedes que no creen. Es que Jesús conocía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que iba a traicionarlo. Así que añadió: —Por esto les dije que nadie puede venir a mí, a menos que se lo haya concedido el Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él. Así que Jesús preguntó a los doce: —¿También ustedes quieren marcharse? —Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios. —¿No los he escogido yo a ustedes doce? —respondió Jesús—. No obstante, uno de ustedes es un diablo. Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, quien lo iba a traicionar.

S. Juan 6:39-71 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Y mi Padre quiere estar seguro de que no se perderá ninguno de los que él eligió para ser mis seguidores. Cuando llegue el fin del mundo, haré que mis seguidores que hayan muerto vuelvan a vivir. Porque mi Padre quiere que todos los que me ven y creen en mí, que soy su Hijo, tengan vida eterna. Algunos judíos empezaron a hablar mal de Jesús, porque había dicho que él era el pan que bajó del cielo. Decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? ¡Nosotros conocemos a sus padres! ¿Cómo se atreve a decir que bajó del cielo?» Jesús les respondió: «Dejen ya de murmurar. Dios mi Padre me envió. Y si mi Padre no lo quiere, nadie puede ser mi seguidor. Y cuando llegue el fin, yo haré que mis seguidores vuelvan a vivir, para que estén con Dios para siempre. En uno de los libros de los profetas se dice: “Dios enseñará a todos.” Por eso, todos los que escuchan a mi Padre, y aprenden de él, se convierten en mis seguidores. »Como les he dicho, Dios mi Padre me envió, y yo y nadie más ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree en mí tendrá vida eterna. »Yo puedo dar vida, pues soy el pan que da vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, pero todos murieron. El que cree en mí es como si comiera pan del cielo, y nunca estará separado de Dios. Yo he bajado del cielo, y puedo hacer que todos tengan vida eterna. Yo moriré para dar esa vida a los que creen en mí. Por eso les digo que mi cuerpo es ese pan que da vida; el que lo coma tendrá vida eterna.» Los judíos empezaron a discutir entre ellos, y se preguntaban: «¿Cómo puede este darnos a comer su propio cuerpo?» Jesús les dijo: «Yo soy el Hijo del hombre, y les aseguro que, si ustedes no comen mi cuerpo ni beben mi sangre, no tendrán vida eterna. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tendrá vida eterna. Cuando llegue el fin del mundo, yo lo resucitaré. Mi cuerpo es la comida verdadera, y mi sangre es la bebida verdadera. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí y yo vivo unido a él. »Mi Padre, el Dios de la vida, fue el que me envió y me dio vida, pues tiene poder para darla. Por eso, todo el que coma mi cuerpo tendrá vida eterna. Yo soy el pan que bajó del cielo, y el que cree en mí tendrá vida eterna. Yo no soy como el pan que comieron sus antepasados, que murieron a pesar de haberlo comido.» Jesús dijo todas estas cosas en la sinagoga de Cafarnaúm. Cuando muchos de los seguidores de Jesús le oyeron enseñar esto, dijeron: —Esto que dices es muy difícil de aceptar. ¿Quién puede estar de acuerdo contigo? Pero Jesús les respondió: —¿Esto los ofende? Entonces, ¿qué sucedería si me vieran a mí, el Hijo del hombre, subir al cielo, donde antes estaba? El que da vida eterna es el Espíritu de Dios; ninguna persona puede dar esa vida. Las palabras que les he dicho vienen del Espíritu que da esa vida. Pero todavía hay algunos de ustedes que no creen. Jesús dijo esto porque, desde el principio, sabía quiénes eran los que no creían, y quién era el que lo iba a traicionar. También les dijo que nadie podía ser su seguidor si Dios su Padre no se lo permitía. Desde ese momento, muchos de los que seguían a Jesús lo abandonaron. Entonces Jesús les preguntó a sus doce apóstoles: —¿También ustedes quieren irse? Simón Pedro le contestó: —¿Y a quién seguiríamos, Señor? Solo tus palabras dan vida eterna. Nosotros hemos creído en ti, y sabemos que tú eres el Hijo de Dios. Jesús les dijo: —A ustedes doce yo los elegí; sin embargo, uno de ustedes es un demonio. Jesús se refería a Judas hijo de Simón, el Iscariote. Porque Judas, que era uno de los doce, lo iba a traicionar.

S. Juan 6:40-71 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Y esta es la voluntad de mi Padre: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.» Los judíos murmuraban acerca de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo.» Y decían: «¿Acaso no es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? Entonces ¿cómo puede decir: “Del cielo he descendido”?» Jesús les respondió: «No estén murmurando entre ustedes. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trae. Y yo lo resucitaré en el día final. En los profetas está escrito: “Y todos serán enseñados por Dios.” Así que, todo aquel que ha oído al Padre, y ha aprendido de él, viene a mí. No es que alguno haya visto al Padre, sino el que vino de Dios; este sí ha visto al Padre. De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Los padres de ustedes comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo.» Los judíos discutían entre sí, y decían: «¿Y cómo puede este darnos a comer su carne?» Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Si no comen la carne del Hijo del Hombre, y beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Así como el Padre viviente me envió, y yo vivo por el Padre, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo. No es como el pan que comieron los padres de ustedes, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.» Jesús dijo estas cosas en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún. Al oír esto, muchos de sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra; ¿quién puede escucharla?» Jesús, al darse cuenta de que sus discípulos murmuraban acerca de esto, les dijo: «¿Esto les resulta escandaloso? ¿Pues qué pasaría si vieran al Hijo del Hombre ascender adonde antes estaba? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de ustedes que no creen.» Y es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién lo entregaría, así que dijo: «Por eso les he dicho que ninguno puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.» A partir de entonces muchos de sus discípulos dejaron de seguirlo, y ya no andaban con él. Entonces, Jesús dijo a los doce: «¿También ustedes quieren irse?» Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos, que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.» Jesús les respondió: «¿Y acaso no los he escogido yo a ustedes doce, y uno de ustedes es un diablo?» Y se refería Jesús a Judas Iscariote, hijo de Simón, porque este era uno de los doce, y era el que lo iba a entregar.

S. Juan 6:40-71 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Porque la voluntad de mi Padre es que todos los que miran al Hijo de Dios y creen en él, tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día último. Por esto los judíos comenzaron a murmurar de Jesús, porque afirmó: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» Y dijeron: —¿No es este Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo? Jesús les dijo entonces: —Dejen de murmurar. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre, que me ha enviado; y yo lo resucitaré en el día último. En los libros de los profetas se dice: “Dios instruirá a todos.” Así que todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí. «No es que alguno haya visto al Padre; el único que lo ha visto es el que procede de Dios. Les aseguro que quien cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan que da vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y a pesar de ello murieron; pero yo hablo del pan que baja del cielo; quien come de él, no muere. Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propia carne. Lo daré por la vida del mundo.» Los judíos se pusieron a discutir unos con otros: —¿Cómo puede este darnos a comer su propia carne? Jesús les dijo: —Les aseguro que si ustedes no comen la carne del Hijo del hombre y beben su sangre, no tendrán vida. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día último. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive unido a mí, y yo vivo unido a él. El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él; de la misma manera, el que se alimenta de mí, vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el maná que comieron los antepasados de ustedes, que a pesar de haberlo comido murieron; el que come de este pan, vivirá para siempre. Jesús enseñó estas cosas en la sinagoga en Cafarnaúm. Al oír estas enseñanzas, muchos de los que seguían a Jesús dijeron: —Esto que dice es muy difícil de aceptar; ¿quién puede hacerle caso? Jesús, dándose cuenta de lo que estaban murmurando, les preguntó: —¿Esto les ofende? ¿Qué pasaría entonces, si vieran al Hijo del hombre subir a donde antes estaba? El espíritu es el que da vida; lo carnal no sirve para nada. Y las cosas que yo les he dicho son espíritu y vida. Pero todavía hay algunos de ustedes que no creen. Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que lo iba a traicionar. Y añadió: —Por esto les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede. Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y ya no andaban con él. Jesús les preguntó a los doce discípulos: —¿También ustedes quieren irse? Simón Pedro le contestó: —Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Nosotros ya hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios. Jesús les contestó: —¿No los he escogido yo a ustedes doce? Sin embargo, uno de ustedes es un diablo. Al decir esto, Jesús hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque Judas iba a traicionarlo, aunque era uno de los doce discípulos.

S. Juan 6:40-71 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido? Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; este ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque este era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.

S. Juan 6:40-71 La Biblia de las Américas (LBLA)

Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final. Por eso los judíos murmuraban de Él, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: «Yo he descendido del cielo»? Respondió Jesús y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si no lo traeel Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. Escrito está en los profetas: «Y TODOS SERáN ENSEÑADOS POR DIOS». Todo el que ha oído y aprendido del Padre, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que vienede Dios, este ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne. Los judíos entonces contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Entonces Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como el que vuestrospadres comieron, y murieron; el que come este pan vivirá para siempre. Esto dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm. Por eso muchos de sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron: Dura es esta declaración; ¿quién puede escucharla? Pero Jesús, sabiendo en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué si vierais al Hijo del Hombre ascender adonde antes estaba? El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creéis. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que le iba a traicionar. Y decía: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre. Como resultado de esto muchos de sus discípulos se apartaron y ya no andaban con Él. Entonces Jesús dijo a los doce: ¿Acaso queréis vosotros iros también? Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios. Jesús les respondió: ¿No os escogí yo a vosotros, los doce, y sin embargo uno de vosotros es un diablo? Y Él se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque este, uno de los doce, le iba a entregar.