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Éxodo 19:3-25

Éxodo 19:3-25 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

al cual subió Moisés para encontrarse con Dios. Y desde allí lo llamó el SEÑOR y le dijo: «Anúnciale esto al pueblo de Jacob; declárale esto al pueblo de Israel: “Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto y de que los he traído hacia mí como sobre alas de águilas. Si ahora ustedes me son del todo obedientes y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. »Comunícales todo esto al pueblo de Israel». Moisés volvió y convocó a los jefes del pueblo para exponerles todas estas palabras que el SEÑOR había ordenado comunicarles, y todo el pueblo respondió a una sola voz: «Cumpliremos con todo lo que el SEÑOR nos ha ordenado». Así que Moisés llevó al SEÑOR la respuesta del pueblo y el SEÑOR dijo: —Voy a presentarme ante ti en medio de una densa nube, para que el pueblo me oiga hablar contigo y también tenga siempre confianza en ti. Moisés refirió al SEÑOR lo que el pueblo le había dicho y el SEÑOR dijo: —Ve y consagra al pueblo hoy y mañana. Diles que laven sus ropas y que se preparen para el tercer día, porque en ese mismo día yo, el SEÑOR, descenderé sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo. Pon límites alrededor del monte para que el pueblo no pase. Diles que no suban al monte, y que ni siquiera pongan un pie en él, pues cualquiera que lo toque será condenado a muerte. Sea hombre o animal, no quedará con vida. Quien se atreva a tocarlo, morirá a pedradas o a flechazos. Solo podrán subir al monte cuando se oiga el toque largo de la trompeta de cuerno de carnero. En cuanto Moisés bajó del monte, consagró al pueblo; ellos, por su parte, lavaron sus ropas. Luego Moisés les dijo: «Prepárense para el tercer día y absténganse de relaciones sexuales». En la madrugada del tercer día hubo truenos y relámpagos, y una densa nube se posó sobre el monte. Un toque muy fuerte de trompeta puso a temblar a todos los que estaban en el campamento. Entonces Moisés sacó del campamento al pueblo para que fuera a su encuentro con Dios, y ellos se detuvieron al pie del monte Sinaí. El monte estaba cubierto de humo, porque el SEÑOR había descendido sobre él en medio de fuego. Era tanto el humo que salía del monte, que parecía un horno; todo el monte se sacudía violentamente, y el sonido de la trompeta era cada vez más fuerte. Entonces habló Moisés y Dios le respondió en el trueno. El SEÑOR descendió a la cumbre del monte Sinaí y desde allí llamó a Moisés para que subiera. Cuando Moisés llegó a la cumbre, el SEÑOR dijo: —Baja y advierte al pueblo que no intenten romper el cerco para verme, no sea que muchos de ellos pierdan la vida. Hasta los sacerdotes que se acercan a mí deben consagrarse; de lo contrario, yo arremeteré contra ellos. Moisés dijo al SEÑOR: —El pueblo no puede subir al monte Sinaí, pues tú mismo nos has advertido: “Pon límites alrededor del monte y conságralo”. El SEÑOR respondió: —Baja y dile a Aarón que suba contigo. Pero ni los sacerdotes ni el pueblo deben romper el cerco, pues de lo contrario, yo arremeteré contra ellos. Moisés bajó y repitió eso mismo al pueblo.

Éxodo 19:3-25 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Un día, Moisés subió a la montaña del Sinaí para encontrarse con Dios. Cuando llegó a la parte más alta, Dios lo llamó y le dijo: «Diles de mi parte a los israelitas lo siguiente: Ustedes han visto cómo castigué a los egipcios. También han visto que a ustedes los he traído con mucho cuidado hasta el lugar donde estoy. Los he traído con el mismo cuidado que tiene un águila cuando lleva a sus polluelos sobre sus alas. »Si ustedes obedecen mi pacto y cumplen con la parte que les toca, serán mi pueblo preferido entre todos los pueblos de la tierra. Toda la tierra me pertenece. Ustedes serán mis sacerdotes ante todo el mundo, y se apartarán de todo para servirme solo a mí». Moisés reunió entonces a los jefes del pueblo y les contó todo lo que Dios había dicho. El pueblo, por su parte, le dijo a Moisés: «Haremos todo lo que Dios nos ordene». Moisés le comunicó a Dios la respuesta del pueblo, y Dios le dijo: «Voy a hablar contigo desde una nube oscura. Así el pueblo podrá oír lo que yo te diga y no volverá a dudar de ti. »Quiero que vayas y prepares al pueblo para que me rinda culto hoy y mañana. Ordénales que laven su ropa como señal de su pureza, y que se preparen para adorarme pasado mañana, pues ese día voy a aparecerme ante ellos en la montaña del Sinaí. »Pon señales alrededor de la montaña, y adviérteles a los israelitas que no deben subir a ella ni poner siquiera un pie en sus alrededores. A cualquiera que suba a la montaña se le matará a pedradas o a flechazos, sea persona o animal. Solo podrán subir después de que oigan el toque de trompeta». Moisés se fue a preparar a los israelitas para que adoraran a Dios, y ellos lavaron sus ropas. Luego Moisés les dijo: «Ustedes deben estar listos para adorar a Dios pasado mañana. Por eso, no deben tener relaciones sexuales». Al amanecer del tercer día, en el cielo se oían truenos y se veían relámpagos; sobre la montaña había una nube oscura, y se oía el fuerte toque de una trompeta. ¡Todos los israelitas que estaban en el campamento temblaban de miedo! Entonces Moisés sacó del campamento a los israelitas y los llevó al pie de la montaña del Sinaí para que se encontraran con Dios. Como Dios había bajado a la montaña en forma de fuego, esta estaba llena de humo. ¡Hasta parecía un horno! En ese momento la montaña entera retumbó fuertemente, y el toque de trompeta se oyó cada vez más fuerte. Y mientras Moisés hablaba con Dios, él le contestaba con voz de trueno. Dios bajó a la parte más alta de la montaña, y le pidió a Moisés que subiera. Cuando Moisés llegó, Dios le dijo: —Baja y adviérteles a los israelitas que no deben subir ni tratar de verme. Si lo hacen, muchos podrían morir. Hasta los sacerdotes que se acercan a mí tienen que prepararse para poder hacerlo; de lo contrario, también morirían. Moisés contestó: —Los israelitas no se atreverán a subir a la montaña, pues tú ya les advertiste que no lo hagan. Hasta mandaste poner señales alrededor de ella, porque está reservada solo para ti. Dios le dijo: —Baja de la montaña, y vuelve aquí con Aarón. Pero nadie más debe subir aquí, ni siquiera los sacerdotes, porque si lo hacen podrían morir. Moisés bajó de la montaña y les comunicó a los israelitas todo esto.

Éxodo 19:3-25 Reina Valera Contemporánea (RVC)

El Señor llamó a Moisés desde el monte, y Moisés subió para hablar con Dios. Y Dios le dijo: «Habla con la casa de Jacob. Diles lo siguiente a los hijos de Israel: “Ustedes han visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo los he tomado a ustedes y los he traído hasta mí sobre alas de águila. Si ahora ustedes prestan oído a mi voz, y cumplen mi pacto, serán mi tesoro especial por encima de todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y un pueblo santo. Estas mismas palabras les dirás a los hijos de Israel.”» Moisés volvió y llamó a los ancianos del pueblo, y en su presencia expuso todas las palabras que el Señor le había mandado decir. Todo el pueblo respondió al unísono: «Haremos todo lo que el Señor ha dicho.» Y cuando Moisés refirió al Señor las palabras del pueblo, el Señor le dijo: «Voy a venir en medio de una nube espesa, y desde allí hablaré para que el pueblo me oiga mientras hablo contigo, y también para que te crean siempre.» Moisés refirió al Señor las palabras del pueblo, y el Señor le dijo a Moisés: «Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana, y haz que laven sus vestidos y se preparen para el tercer día, porque al tercer día yo, el Señor, descenderé sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo. Tú debes poner un límite alrededor del pueblo y decirles que se abstengan de subir al monte. Ni siquiera deben tocar sus límites, porque cualquiera que toque el monte, morirá. Quien llegue a tocarlo, hombre o animal, será apedreado o traspasado por una flecha. No vivirá. Solo podrán subir al monte cuando la trompeta dé un toque largo.» Moisés bajó del monte al pueblo, y lo santificó, y ellos lavaron sus vestidos. Y Moisés le dijo al pueblo: «Prepárense para el tercer día. No tengan ningún contacto con una mujer.» Al tercer día por la mañana, hubo truenos y relámpagos, y una espesa nube se posó sobre el monte, y hubo un fuerte sonido de bocina, y todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció. Entonces Moisés sacó al pueblo del campamento para recibir a Dios, y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba porque el Señor había descendido sobre él en fuego y el humo subía como de un horno, y todo el monte se estremecía en extremo. El sonido de la bocina iba en aumento, y Moisés hablaba y Dios le respondía con voz de trueno. Entonces descendió el Señor sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte, y llamó el Señor a Moisés para que subiera a la cumbre, y Moisés subió. Y el Señor le dijo a Moisés: «Baja y dile al pueblo que no traspase los límites para verme, porque muchos de ellos morirán. A los sacerdotes que se acercan a mí diles también que se santifiquen para que yo, el Señor, no haga en ellos ningún estrago.» Moisés le dijo al Señor: «El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado poner límites al monte, y santificarlo.» Y el Señor le dijo: «Anda, baja, y sube luego con Aarón; pero ni los sacerdotes ni el pueblo deben traspasar el límite ni subir a donde estoy, para que no haga yo entre ellos ningún estrago.» Y Moisés bajó del monte y le dijo esto al pueblo.

Éxodo 19:3-25 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Allí Moisés subió a encontrarse con Dios, pues el Señor lo llamó desde el monte y le dijo: —Anúnciales estas mismas palabras a los descendientes de Jacob, a los israelitas: “Ustedes han visto lo que yo hice con los egipcios, y cómo los he traído a ustedes a donde yo estoy, como si vinieran sobre las alas de un águila. Así que, si ustedes me obedecen en todo y cumplen mi alianza, serán mi pueblo preferido entre todos los pueblos, pues toda la tierra me pertenece. Ustedes me serán un reino de sacerdotes, un pueblo consagrado a mí.” Diles todo esto a los israelitas. Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y les expuso todo lo que el Señor le había ordenado. Entonces los israelitas contestaron a una voz: —Haremos todo lo que el Señor ha ordenado. Moisés llevó entonces al Señor la respuesta del pueblo, y el Señor le dijo: —Mira, voy a presentarme ante ti en medio de una nube espesa, para que la gente me oiga hablar contigo y así tengan siempre confianza en ti. Moisés le repitió al Señor la respuesta del pueblo, y el Señor le dijo: —Ve y prepara al pueblo hoy y mañana para que me rinda culto. Deben lavarse la ropa y prepararse para pasado mañana, porque pasado mañana bajaré yo, el Señor, al monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo. Pon límites alrededor del monte para que la gente no pase, y diles que respeten el monte y que no suban a él ni se acerquen a sus alrededores, porque todo el que se acerque será condenado a muerte. Pero nadie debe ponerle la mano encima, sino que tendrán que matarlo a pedradas o a flechazos. No importa si es un hombre o un animal, no se le deberá dejar con vida. La gente podrá subir al monte solo cuando se oiga el toque del cuerno de carnero. Moisés bajó del monte a preparar al pueblo para que rindiera culto a Dios. La gente se lavó la ropa, y Moisés les dijo: —Prepárense para pasado mañana, y mientras tanto no tengan relaciones sexuales. Al amanecer del tercer día hubo relámpagos y truenos, y una espesa nube se posó sobre el monte. Un fuerte sonido de trompetas hizo que todos en el campamento temblaran de miedo. Entonces Moisés llevó al pueblo fuera del campamento para encontrarse con Dios, y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí echaba humo debido a que el Señor había bajado a él en medio de fuego. El humo subía como de un horno, y todo el monte temblaba violentamente. El sonido de trompetas fue haciéndose cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le contestaba con voz de trueno. El Señor bajó a la parte más alta del monte Sinaí, y le pidió a Moisés que subiera a ese mismo lugar. Moisés subió, y el Señor le dijo: —Baja y adviértele a la gente que no pase del límite ni trate de verme, no sea que muchos de ellos caigan muertos. Aun los sacerdotes, que pueden acercarse a mí, deberán purificarse, no sea que yo haga destrozos entre ellos. Moisés le contestó al Señor: —El pueblo no se atreverá a subir a este monte Sinaí, pues tú nos ordenaste ponerle un límite y declararlo sagrado. Pero el Señor le dijo: —Anda, baja; después subirás con Aarón. Pero los sacerdotes y el pueblo no deben pasar del límite para subir a donde yo estoy, no sea que yo haga destrozos entre ellos. Moisés bajó y repitió esto a los israelitas.

Éxodo 19:3-25 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo. Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová. Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos, y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí. Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos. Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer. Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago. Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo. Y Jehová le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a Jehová, no sea que haga en ellos estrago. Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.

Éxodo 19:3-25 La Biblia de las Américas (LBLA)

Y Moisés subió hacia Dios, y el SEÑOR lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: «Vosotros habéis visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo os he tomado sobre alas de águilas y os he traído a mí. Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa». Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. Entonces Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso delante de ellos todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Haremos todo lo que el SEÑOR ha dicho. Y llevó Moisés al SEÑOR las palabras del pueblo. Y el SEÑOR dijo a Moisés: He aquí, vendré a ti en una densa nube, para que el pueblo oiga cuando yo hable contigo y también te crean para siempre. Entonces Moisés comunicó al pueblo las palabras del SEÑOR. El SEÑOR dijo también a Moisés: Ve al pueblo y conságralos hoy y mañana, y que laven sus vestidos; y que estén preparados para el tercer día, porque al tercer día el SEÑOR descenderá a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí. Y pondrás límites alrededor para el pueblo, y dirás: «Guardaos de subir al monte o tocar su límite; cualquiera que toque el monte, ciertamente morirá. Ninguna mano lo tocará, sino que será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá». Cuando suene largamente la bocina ellos subirán al monte. Y Moisés bajó del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y ellos lavaron sus vestidos. Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no os acerquéis a mujer. EÑOR Y aconteció que al tercer día, cuando llegó la mañana, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un fuerte sonido de trompeta; y tembló todo el pueblo que estaba en el campamento. Entonces Moisés sacó al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y ellos se quedaron al pie del monte. Y todo el monte Sinaí humeaba, porque el SEÑOR había descendido sobre él en fuego; el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía con violencia. El sonido de la trompeta aumentaba más y más; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. Y el SEÑOR descendió al monte Sinaí, a la cumbre del monte; y llamó el SEÑOR a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. Y el SEÑOR dijo a Moisés: Desciende, advierte al pueblo, no sea que traspasen los límites para ver al SEÑOR y perezcan muchos de ellos. También que se santifiquen los sacerdotes que se acercan al SEÑOR, no sea que el SEÑOR irrumpa contra ellos. Y Moisés dijo al SEÑOR: El pueblo no puede subir al monte Sinaí, porque tú nos advertiste, diciendo: «Pon límites alrededor del monte y santifícalo». Entonces el SEÑOR le dijo: Ve, desciende, y vuelve a subir, tú y Aarón contigo; pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen los límites para subir al SEÑOR, no sea que Él irrumpa contra ellos. Descendió, pues, Moisés y advirtió al pueblo.

Éxodo 19:3-25 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Entonces Moisés subió al monte para presentarse delante de Dios. El SEÑOR lo llamó desde el monte y le dijo: «Comunica estas instrucciones a la familia de Jacob; anúncialas a los descendientes de Israel: “Ustedes vieron lo que hice con los egipcios. Saben cómo los llevé a ustedes sobre alas de águila y los traje hacia mí. Ahora bien, si me obedecen y cumplen mi pacto, ustedes serán mi tesoro especial entre todas las naciones de la tierra; porque toda la tierra me pertenece. Ustedes serán mi reino de sacerdotes, mi nación santa”. Este es el mensaje que debes transmitir a los hijos de Israel». Entonces Moisés regresó del monte y llamó a los ancianos del pueblo y les comunicó todo lo que el SEÑOR le había ordenado. Y todo el pueblo respondió a una voz: «Haremos todo lo que el SEÑOR ha ordenado». Entonces Moisés llevó al SEÑOR la respuesta del pueblo. Luego el SEÑOR le dijo a Moisés: «Yo me presentaré ante ti en una densa nube, para que el pueblo pueda oírme cuando hable contigo; así ellos siempre confiarán en ti». Moisés le dijo al SEÑOR lo que el pueblo había dicho. Después el SEÑOR le dijo a Moisés: «Desciende y prepara al pueblo para mi llegada. Conságralos hoy y mañana, y haz que laven sus ropas. Asegúrate de que estén preparados para el tercer día, porque ese día el SEÑOR descenderá sobre el monte Sinaí a la vista de todo el pueblo. Marca un límite alrededor del monte y dile al pueblo esta advertencia: “¡Tengan cuidado! No suban al monte, ni siquiera toquen los límites. Cualquiera que toque el monte será ejecutado. Ninguna mano puede tocar a la persona o al animal que traspase el límite, sino que esa persona morirá apedreada o atravesada con flechas. Ellos tendrán que morir”. Sin embargo, cuando se oiga un toque prolongado del cuerno de carnero entonces el pueblo podrá subir al monte». Así que Moisés descendió a donde estaba el pueblo. Consagró a la gente para la adoración, y ellos lavaron sus ropas. Les dijo: «Prepárense para el tercer día y, hasta entonces, absténganse de tener relaciones sexuales». En la mañana del tercer día, retumbaron truenos y destellaron relámpagos, y una nube densa descendió sobre el monte. Se oyó un fuerte y prolongado toque de cuerno de carnero, y todo el pueblo tembló. Moisés llevó a la multitud fuera del campamento para encontrarse con Dios, y todos se pararon al pie de la montaña. El monte Sinaí estaba totalmente cubierto de humo, porque el SEÑOR había descendido sobre él en forma de fuego. Nubes de humo subían al cielo como el humo que sale de un horno de ladrillos, y todo el monte se sacudía violentamente. A medida que el sonido del cuerno de carnero se hacía cada vez más fuerte, Moisés hablaba y Dios le respondía con voz de trueno. El SEÑOR descendió sobre la cumbre del monte Sinaí y llamó a Moisés a la cima. Así que Moisés subió al monte. Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: —Baja de nuevo y advierte al pueblo que no traspase los límites para ver al SEÑOR, porque quien lo haga morirá. Incluso los sacerdotes que se acercan al SEÑOR con regularidad deben purificarse para que el SEÑOR no arremeta contra ellos y los destruya. —Pero SEÑOR —protestó Moisés—, la gente no puede subir al monte Sinaí. Tú ya nos lo advertiste; me dijiste: “Marca un límite alrededor del monte para que quede apartado como santo”. Pero el SEÑOR dijo: —Baja ahora y trae a Aarón cuando vuelvas. Mientras tanto, no permitas que los sacerdotes ni el pueblo traspasen el límite para acercarse al SEÑOR; de lo contrario, él arremeterá contra ellos y los destruirá. Entonces Moisés descendió a donde estaba el pueblo y les dijo lo que el SEÑOR había dicho.