Pero uno ha testificado en cierto lugar diciendo:
¿QUé ES EL HOMBRE PARA QUE DE éL TE ACUERDES,
O EL HIJO DEL HOMBRE PARA QUE TE INTERESES EN éL?
LE HAS HECHO UN POCO INFERIOR A LOS áNGELES;
LE HAS CORONADO DE GLORIA Y HONOR,
Y LE HAS PUESTO SOBRE LAS OBRAS DE TUS MANOS;
TODO LO HAS SUJETADO BAJO SUS PIES.
Porque al sujetarlo todo a él, no dejó nada que no le sea sujeto. Pero ahora no vemos aún todas las cosas sujetas a él. Pero vemos a aquel que fue hecho un poco inferior a los ángeles, es decir, a Jesús, coronado de gloria y honor a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios probara la muerte por todos. Porque convenía que aquel para quien son todas las cosas y por quien son todas las cosas, llevando muchos hijos a la gloria, hiciera perfecto por medio de los padecimientos al autor de la salvación de ellos. Porque tanto el que santifica como los que son santificados, son todos de un Padre; por lo cual Él no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo:
ANUNCIARé TU NOMBRE A MIS HERMANOS,
EN MEDIO DE LA CONGREGACIóN TE CANTARé HIMNOS.
Y otra vez:
YO EN ÉL CONFIARé.
Y otra vez:
HE AQUí, YO Y LOS HIJOS QUE DIOS ME HA DADO.
Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, Él igualmente participó también de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida. Porque ciertamente no ayuda a los ángeles, sino que ayuda a la descendencia de Abraham. Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. Pues por cuanto Él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados.