Partimos de Horeb y pasamos por todo aquel vasto y terrible desierto que visteis, camino de la región montañosa de los amorreos, tal como el SEÑOR nuestro Dios nos había mandado, y llegamos a Cades-barnea. Y os dije: «Habéis llegado a la región montañosa de los amorreos que el SEÑOR nuestro Dios va a darnos. Mira, Israel, el SEÑOR tu Dios ha puesto la tierra delante de ti; sube, toma posesión de ella, como el SEÑOR, el Dios de tus padres, te ha dicho. No temas ni te acobardes». Entonces todos vosotros os acercasteis a mí, y dijisteis: «Enviemos hombres delante de nosotros, que nos exploren la tierra, y nos traigan noticia del camino por el cual hemos de subir y de las ciudades a las cuales entraremos». Y me agradó el plan, y tomé a doce hombres de entre vosotros, un hombre por cada tribu. Y ellos partieron y subieron a la región montañosa, y llegaron hasta el valle de Escol, y reconocieron la tierra. Tomaron en sus manos del fruto de la tierra y nos lo trajeron; y nos dieron un informe, diciendo: «Es una tierra buena que el SEÑOR nuestro Dios nos da».
Sin embargo, no quisisteis subir, y os rebelasteis contra el mandato del SEÑOR vuestro Dios. Y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: «Porque el SEÑOR nos aborrece, nos ha sacado de la tierra de Egipto para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos. ¿Adónde subiremos? Nuestros hermanos nos han atemorizado, diciendo: “El pueblo es más grande y más alto que nosotros; las ciudades son grandes y fortificadas hasta el cielo. Y además vimos allí a los hijos de Anac” ». Entonces yo os dije: «No temáis ni les tengáis miedo. El SEÑOR vuestro Dios, que va delante de vosotros, Él peleará por vosotros, así como lo hizo delante de vuestros ojos en Egipto, y en el desierto, donde has visto cómo el SEÑOR tu Dios te llevó, como un hombre lleva a su hijo, por todo el camino que habéis andado hasta llegar a este lugar». Pero con todo esto, no confiasteis en el SEÑOR vuestro Dios, que iba delante de vosotros en el camino para buscaros lugar dónde acampar, con fuego de noche y nube de día, para mostraros el camino por donde debíais andar.
Entonces oyó el SEÑOR la voz de vuestras palabras, y se enojó y juró, diciendo: «Ninguno de estos hombres, esta generación perversa, verá la buena tierra que juré dar a vuestros padres