Por aquel tiempo Ezequías cayó gravemente enfermo, y el profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: —El Señor dice: “Da tus últimas instrucciones a tu familia, porque vas a morir. No te curarás.” Ezequías volvió la cara hacia la pared y oró así al Señor: «Yo te suplico, Señor, que te acuerdes de cómo te he servido fiel y sinceramente, haciendo lo que te agrada.» Y lloró amargamente. El Señor ordenó a Isaías que fuera y le dijera a Ezequías: «El Señor, Dios de tu antepasado David, dice: “Yo he escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a darte quince años más de vida. A ti y a Jerusalén los libraré del rey de Asiria. Yo protegeré esta ciudad.”» Isaías mandó hacer una pasta de higos para que se la aplicaran al rey en la parte enferma, y el rey se curó. Entonces Ezequías preguntó a Isaías: —¿Por medio de qué señal voy a darme cuenta de que puedo ir al templo del Señor? Isaías respondió: —Esta es la señal que el Señor te dará en prueba de que te cumplirá su promesa: En el reloj de sol de Ahaz voy a hacer que la sombra del sol retroceda las diez gradas que ya ha bajado. Y la sombra del sol retrocedió las diez gradas que ya había bajado.
Leer Isaías 38
Compartir
Comparar todas las versiones: Isaías 38:1-8
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos