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2 Reyes 4:1-21

2 Reyes 4:1-21 DHH94I

Cierta mujer, que había sido esposa de uno de los profetas, fue a quejarse a Eliseo, diciéndole: —Mi marido ha muerto, y usted sabe que él honraba al Señor. Ahora el prestamista ha venido y quiere llevarse a mis dos hijos como esclavos. Eliseo le preguntó: —¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Ella le contestó: —Esta servidora de usted no tiene nada en casa, excepto un jarrito de aceite. Entonces Eliseo le dijo: —Pues ve ahora y pide prestados a tus vecinos algunos jarros, ¡todos los jarros vacíos que puedas conseguir! Luego métete en tu casa con tus hijos, cierra la puerta y ve llenando de aceite todos los jarros y poniendo aparte los llenos. La mujer se despidió de Eliseo y se encerró con sus hijos. Entonces empezó a llenar los jarros que ellos le iban llevando. Y cuando todos los jarros estuvieron llenos, le ordenó a uno de ellos: —Tráeme otro jarro más. Pero su hijo le respondió: —No hay más jarros. En ese momento el aceite dejó de correr. Después fue ella y se lo contó al profeta, y este le dijo: —Ve ahora a vender el aceite, y paga tu deuda. Con el resto podrán vivir tú y tus hijos. Un día en que Eliseo pasó por Sunem, una mujer importante que allí vivía lo invitó con mucha insistencia a que pasara a comer. Y cada vez que Eliseo pasaba por allí, se quedaba a comer. Entonces ella le dijo a su marido: —Mira, yo sé que este hombre que cada vez que pasa nos visita, es un santo profeta de Dios. Vamos a construir en la azotea un cuarto para él. Le pondremos una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así, cuando él venga a visitarnos, podrá quedarse allí. Una vez en que llegó a ese cuarto para quedarse a dormir en él, le dijo a Guehazí, su criado: —Llama a la señora sunamita. El criado la llamó, y cuando ella se presentó ante él, Eliseo ordenó al criado: —Dile a esta señora que ha sido tan amable con nosotros, que si podemos hacer algo por ella; que si quiere que hablemos en su favor con el rey o con el jefe del ejército. —Yo estoy bien aquí entre mi propia gente —respondió ella. —Entonces, ¿qué podemos hacer por ella? —No sé —respondió Guehazí—. No tiene hijos, y su marido es anciano. —Llámala —dijo Eliseo. El criado fue a llamarla, pero ella se quedó de pie en la puerta. Entonces Eliseo le dijo: —Para el año que viene, por este tiempo, tendrás un hijo en tus brazos. Ella respondió: —No, mi señor, no engañe un hombre de Dios a su servidora. Pero tal como Eliseo se lo anunció, ella quedó embarazada y al año siguiente dio a luz un hijo. Y el niño creció. Pero un día en que salió a ver a su padre, que estaba con los segadores, comenzó a gritarle a este: —¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza! Entonces su padre dijo a un criado: —Llévalo con su madre. El criado lo tomó y lo llevó a donde estaba su madre, la cual lo sentó sobre sus rodillas hasta el mediodía. Entonces el niño murió. Pero ella lo subió al cuarto del profeta, lo puso sobre la cama y salió, dejando cerrada la puerta.

Video de 2 Reyes 4:1-21