Y siguiendo la costumbre de esa época, el otro familiar se quitó una de sus sandalias, se la dio a Booz y le dijo:
—Toma mi sandalia; esta es la señal de que solo tú podrás comprar el terreno.
Luego Booz se dirigió a las personas que estaban allí, y les dijo:
—Ustedes son testigos de que hoy le compro a Noemí todo lo que perteneció a Elimélec y a sus hijos. Además, me voy a casar con Rut, la viuda de Mahlón. Así, el primer niño que nazca heredará el terreno, y se mantendrá el nombre de la familia. Sus descendientes seguirán viviendo en Belén.
—Sí, somos testigos —respondieron los que estaban presentes—. Deseamos que Dios le permita a Rut ser como Raquel y Lía, quienes tuvieron muchos hijos, de los cuales descendemos todos los israelitas. Que al casarte con esta joven mujer, tu familia llegue a ser tan grande como la familia de Fares, hijo de Judá y Tamar. Y que tú llegues a ser muy rico en toda Efrata y muy importante en Belén.
Al poco tiempo Booz se casó con Rut y Dios permitió que ella quedara embarazada. Cuando nació el niño, las mujeres de Belén le decían a Noemí:
«Bendito sea Dios que hoy te ha dado un nieto para que cuide de ti. Dios quiera que cuando el niño crezca llegue a ser muy famoso en todo Israel. Él te hará muy feliz, y te cuidará en tu vejez, porque es hijo de tu nuera Rut. Ella vale más que siete hijos, porque te ama mucho y ha sido muy buena contigo».
Noemí abrazó al bebé con mucho cariño, y desde ese día se dedicó a cuidarlo. Las vecinas buscaron un nombre para el bebé y lo llamaron Obed; y a todos los amigos les decían: «¡Noemí ya tiene un hijo!»
Obed creció y fue el padre de Jesé y el abuelo de David.
Esta es la lista de los descendientes de Fares: Fares, Hesrón, Ram, Aminadab, Nahasón, Salmón, Booz, Obed, Jesé y David.