Dios mío, ¡qué difícil me resulta entender tus pensamientos! ¡Pero más difícil todavía me sería tratar de contarlos! ¡Serían más que la arena del mar! ¡Y aun si pudiera contarlos, me dormiría, y al despertar, todavía estarías conmigo! Dios mío, ¡cómo quisiera que a los asesinos los apartaras de mí! ¡Cómo quisiera que les quitaras la vida! Sin motivo alguno, esa gente habla mal de ti y se pone en contra tuya. Dios mío, yo odio a los que te odian; aborrezco a los que te rechazan. ¡Los odio profundamente! ¡Tus enemigos son mis enemigos! Dios mío, mira en el fondo de mi corazón, y pon a prueba mis pensamientos.
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