A pesar de estas palabras, los israelitas se mantuvieron alejados de la montaña. Solo Moisés pudo acercarse a la oscura nube donde estaba Dios. Dios le encargó a Moisés que les diera a los israelitas el siguiente mensaje: «Ustedes ya han visto cómo les hablé desde el cielo. »No fabriquen ídolos de oro o plata para adorarlos en vez de adorarme a mí. »Cuando hagan un altar para adorarme, háganlo de tierra, y sacrifiquen sobre él las ovejas y los toros que quieran ofrecerme. Dejen sobre ese altar las ofrendas para el perdón del pecado del pueblo, y las ofrendas que demuestran su deseo de estar en paz conmigo y con los demás. Yo vendré al lugar que elija para que se acuerden de mí, y haré que prosperen en todo. »Cuando quieran hacerme un altar de piedra, no corten las piedras con ninguna herramienta, sino úsenlas tal como las encuentren. Si las cortan con herramientas, dejarán de ser apropiadas para un altar. No le pongan escalones, para que al subir no se les vea ninguna parte desnuda».
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