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Daniel 12:1-13

Daniel 12:1-13 TLA

»En ese tiempo aparecerá Miguel, que es jefe de los ángeles y defensor de Israel. »Serán días de grandes preocupaciones, como no las ha habido desde que Dios creó este mundo. Cuando llegue el momento, Dios pondrá a salvo a todos los de tu pueblo. Ya el nombre de ellos está escrito en el libro de la vida. Ese día volverán a vivir muchos de los que ya han muerto. Unos se levantarán de la tumba para vivir para siempre, pero otros volverán a vivir para sufrir por siempre la vergüenza y el horror. Pero los maestros sabios, que enseñaron a muchos a andar por el buen camino, brillarán para siempre como las estrellas del cielo. »Y tú, Daniel, no digas nada de esto a nadie. Mantén cerrado el libro hasta que llegue la hora final, pues muchos andarán de un lado a otro queriendo saber más». Yo, Daniel, vi también a otros dos hombres. Uno de ellos estaba en una de las orillas del río, y el otro estaba en la orilla opuesta. Mientras el ángel vestido con ropa de lino estaba parado sobre las aguas del río, uno de aquellos hombres le preguntó: —¿Cuándo dejarán de suceder estas cosas tan maravillosas? El ángel levantó las manos al cielo y, en el nombre del Dios de la vida, juró: —Esto terminará cuando termine la destrucción del pueblo de Dios, es decir, dentro de tres años y medio. Yo oí lo que el ángel dijo, pero no entendí nada. Por eso le pregunté: —Mi señor, y después de que haya pasado todo esto, ¿qué sucederá? El ángel me contestó: —A ti, Daniel, te toca llevar una vida normal. Nadie debe saber nada de todo esto, hasta que llegue la hora final. Muchos van a sufrir por todo lo que te he dicho, pero después de ese sufrimiento serán mejores personas. La gente malvada seguirá siendo malvada, y no se dará cuenta de lo que estará sucediendo. Pero los maestros sabios sí se darán cuenta de todo. »A partir del momento en que no se permita presentar las ofrendas diarias, y que se ofrezca en el templo de Dios algo horrible y asqueroso, pasarán mil doscientos noventa días. Felices los que esperen todo ese tiempo confiando en Dios. Y tú, Daniel, vive tranquilo hasta el día de tu muerte. Cuando llegue la hora final, te levantarás de entre los muertos para recibir tu premio.»