Señor, escucha mi oración atiende a mi súplica. Tú eres justo y fiel; ¡respóndeme! Pero no me juzgues con dureza, pues ante ti nadie puede justificarse. Mi enemigo me ha perseguido con saña; ha puesto mi vida por los suelos. Me hace vivir en tinieblas, como los muertos. Mi espíritu está totalmente deprimido; tengo el corazón totalmente deshecho. Cuando evoco los días de antaño, y me acuerdo de tus grandes proezas y pienso en todo lo que has hecho, elevo mis manos hacia ti, pues tengo sed de ti. ¡Soy como tierra seca! Señor, ¡respóndeme, que mi espíritu se apaga! ¡No te escondas de mí, o seré contado entre los muertos! Muéstrame tu misericordia por la mañana, porque en ti he puesto mi confianza. Muéstrame el camino que debo seguir, porque en tus manos he puesto mi vida. Señor, líbrame de mis enemigos, pues tú eres mi refugio. Tú eres mi Dios; enséñame a hacer tu voluntad, y que tu buen espíritu me guíe por caminos rectos.
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