»De la higuera deben aprender esta parábola: Cuando sus ramas se ponen tiernas, y le brotan las hojas, ustedes saben que el verano ya está cerca.
De la misma manera, cuando ustedes vean todas estas cosas, sepan que la hora ya está cerca, y que está a la puerta.
De cierto les digo, que todo esto sucederá antes de que pase esta generación.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
»En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de los cielos. Solo mi Padre lo sabe.
La venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé;
pues así como en los días antes del diluvio la gente comía y bebía, y se casaba y daba en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Entonces, estarán dos en el campo, y uno de ellos será tomado, y el otro será dejado.
Dos mujeres estarán en el molino, y una de ellas será tomada, y la otra será dejada.
Por tanto, estén atentos, porque no saben a qué hora va a venir su Señor.
Pero sepan esto, que si el dueño de la casa supiera a qué hora va a venir el ladrón, se quedaría despierto y no dejaría que robaran su casa.
Por tanto, también ustedes estén preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos lo esperen.
»¿Quién es el siervo fiel y prudente, al cual su señor deja encargado de los de su casa para que los alimente a su tiempo?
Bien por el siervo que, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así.
De cierto les digo que lo pondrá a cargo de todos sus bienes.
Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”,
y comienza a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos,
el señor de aquel siervo vendrá en el día menos pensado, y a una hora que nadie sabe,
y lo castigará duramente, y le hará correr la misma suerte de los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.