En el tiempo de la deportación a Babilonia, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos.
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel.
Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquín, y Eliaquín a Azor.
Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquín, y Aquín a Eliud.
Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob;
y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
De manera que todas las generaciones, desde Abrahán hasta David, son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.
El nacimiento de Jesucristo fue así: María, la madre de Jesús, estaba comprometida con José, pero antes de unirse como esposos se encontró que ella había concebido del Espíritu Santo.
José, su marido, era un hombre justo y quiso dejarla secretamente, pues no quería denigrarla.
Mientras José reflexionaba al respecto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, porque su hijo ha sido concebido por el Espíritu Santo.
María tendrá un hijo, a quien pondrás por nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor dijo por medio del profeta:
«Una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Emanuel,
que significa: “Dios está con nosotros.”»