El Señor le habló también a Ajaz, y le dijo:
«Pídele al Señor tu Dios una señal. Pídesela de las profundidades de la tierra, o de las alturas de los cielos.»
Y Ajaz respondió:
«No pediré nada. No pondré a prueba al Señor.»
Dijo entonces Isaías:
«Escuchen bien ustedes, los de la casa de David. ¿Les parece poco el molestar a los hombres, que también quieren molestar a mi Dios?
Pues ahora el Señor mismo les dará una señal: La joven concebirá, y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel.
Comerá mantequilla y miel hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.
Ciertamente, antes de que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, el país de estos dos reyes a quienes tú temes quedará abandonado.
El Señor hará que vengan sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días como nunca vinieron desde el día en que Efraín se apartó de Judá para unirse al rey de Asiria.
»Cuando llegue ese día, el Señor llamará con un silbido a la mosca que está al final de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria;
y estas vendrán y acamparán en todos los valles desiertos, y en las grietas de las piedras, y en todos los zarzales y en todas las matas.
»Cuando llegue ese día, el Señor traerá al rey de Asiria, que habita al otro lado del río, y ese rey será como una navaja alquilada, con la cual les rapará la cabeza y el pelo de los pies, y hasta la barba.
»Cuando llegue ese día, quien críe una vaca y dos ovejas
comerá mantequilla, pues será mucha la leche que le darán. Sí, quien quede con vida en el país ciertamente comerá miel y mantequilla.
»Cuando llegue ese día, el campo donde había mil vides con valor de mil monedas de plata, será un campo de espinos y cardos.
Irán allá con arcos y flechas, porque toda la tierra estará llena de espinos y cardos.
Por temor de los espinos y cardos, nadie irá a ninguno de los montes antes cultivados con azada, porque solo servirán como pastizales de bueyes y para que los ganados los pisoteen.»